Subas de alimentos y la solidaridad con plata ajena

Por Guillermo Cieza

Desde que fuimos a la escuela primaria sabemos que con el trigo se produce pan, pizzas, fideos, harinas, y también subproductos como el afrechillo para la alimentación animal. Y que del girasol se obtienen harinas, y también pellets que se utilizan para alimentos balanceados.

El maíz es particular porque, además de aportar a la alimentación humana con harinas, polentas, aceites, etc., es un componente clave de la alimentación animal. Pollos y cerdos son grandes convertidores de alimentos balanceados de base maíz, en carne. También, es muy importante en la alimentación de las vacas lecheras y en la terminación de vacunos en engordes a corral antes de ser enviados a faena.

En concreto, estos aumentos que son estimados en un incremento del 13% en el Indice de Precios al Consumidor, impactarán directamente en las economías familiares. Representan una transferencia de ingresos desde los consumidores a los productores de trigo, girasol y maíz.

En un artículo anterior, comentaba sobre los múltiples factores que están confluyendo, que permiten augurar un aumento explosivo de la carne vacuna. Pero ahora se agregan otro más. Uno directo, porque los 100 kilos que aumenta un novillito o vaquillona antes de ser enviado a faena representan entre 600 y 800 kilos de maíz por animal.

Un maíz más caro utilizado en la última etapa del engorde, generará aumentos que serán trasladados al precio final. El otro factor indirecto es que los bajos precios del pollo y el cerdo, cuando el maíz está barato, contribuyen a reducir los precios de la carne vacuna. Por el contrario, una abrupta subida de esas otras fuentes de proteína animal, tonifica los valores de la carne vacuna. Y esto es lo que va a ocurrir porque, tanto en el cerdo como en el pollo, los balanceados de base maíz son la alimentación de toda la crianza del animal. Si el precio del maíz aumenta 25%, ese incremento se transfiere íntegramente al valor de las carnes.

Pensado desde las economías familiares, quienes se alarmen por el aumento del precio de la carne vacuna, irán a comprar pollo o cerdo y encontrarán que están un 25% más caros y si elige comprar pan, harinas o fideos, les ocurrirá lo mismo.

Concluyendo, en un país donde la derecha vive quejándose de los subsidios que el Estado le da a los pobres, vuelve a concretarse otro gigantesco subsidio de los consumidores, en particular de los más pobres, que son los que gastan casi todos sus ingresos en alimentos, a los productores que fueron afectados por la sequía. No es incorrecto ser solidarios con los que han tenido dificultades por cuestiones climáticas. Es incorrecto ser solidario con plata ajena y sobre todo, si es de los que menos tienen.

Fuente: www.tramas.ar