Una sociedad interpelada por el retorno de las ligas patrióticas (*)

Por Jorge Falcone

El nacionalismo de las clases oligárquicas se manifiesta en la Argentina desde las primeras décadas del siglo XX, no para emprender una cruzada contra el imperialismo, sino como respuesta al incipiente movimiento de la clase trabajadora. La oligarquía, vasalla del capital extranjero, no recordó que era argentina mientras entregaba nuestras riquezas y los destinos nacionales a las sociedades anónimas londinenses. Su ‘patriotismo’ nace cuando advierte que el inmigrante europeo, traído con el engaño de la fácil América, no aceptaba el destino de explotación y miseria que los poderosos querían señalarle. De golpe se sintió argentina. Un rencor torvo animó su brazo contra la ‘gringada’ socialista y anarquista. Odió la ‘ideología foránea’, cuando esa ideología, en vez de apuntalar sus privilegios, procuraba el derrumbe de la expoliación clasista. Sus policías asesinaron a mansalva pacíficas manifestaciones obreras. No contenta con eso, armó bandas civiles reclutadas entre señoritos del ‘barrio Norte’ y matones a sueldo. Era la ‘patria’ que se defendía contra la turba sin ley ni religión. Era la ‘enseña’ azul y blanco contra el trapo rojo. Era el burgués tirando contra el obrero”. 

Jorge Enea Spilimbergo. “Nacionalismo oligárquico y nacionalismo revolucionario”. Editorial Amerindia, 1956.

Mientras un peronismo que ya boquea como pez fuera del agua conmemora fragmentariamente otro 17 de octubre, durante los últimos días en un descampado de Mariano Acosta, partido bonaerense de Merlo,  se hallaron los restos parcialmente calcinados de un niño de 13 años. Al poco tiempo se supo que la víctima fue atacada por otros jóvenes pertenecientes a esa humilde barriada, también menores de edad. Los investigadores sospechan que fue atacado por el “placer” de causarle daño, y filmando incluso dicha agresión.

Una semana antes del hecho referido, el Magno College de Pilar dejó sin vacante a 8 chicos con dificultades de aprendizaje, alegando que “bajan la vara del aula”. Mediante un correo electrónico las autoridades de dicha institución avisaron a los padres que a sus hijxs no se les renovaría la inscripción en 2023.

En un país que -con la honrosa excepción de algunos portales de información alternativos- ya no cuenta con la incisiva mirada periodística de profesionales como Rodolfo Jorge Walsh, Jorge Ricardo Masetti, o Luis Guagnini (tan solo por citar a unos pocos), lo micro ha dejado de vincularse con lo macro, de modo tal que no parece percibirse relación alguna entre lo que ocurre en la superestructura política del país y los efectos residuales que ello va decantando en el sustrato cultural más profundo de la sociedad.

Como si los acontecimientos antes mencionados no tuvieran nada que ver con el accionar de un oficialismo que carga contra la comunidad mapuche de Ingeniero Mascardi con la misma impiedad con que lo hiciera en la región el gobierno anterior, cobrándose primero la vida del activista libertario Santiago Maldonado y luego del comunero Rafael Nahuel. O con la alianza negacionista del energúmeno en ascenso Javier Milei con el hijo del genocida Bussi.

Sin embargo, algunxs consideramos que semejante impunidad afecta gravemente al cuerpo social todo y modifica negativamente la conducta de hasta el último de sus integrantes, poniendo en evidencia el tránsito hacia un modelo de Argentina con cotos de intolerancia y exclusión desconocidos para quienes llegaron a vivir en un Estado de Bienestar.

Como en aquella historia de la rana que ignora que está siendo hervida a fuego lento en un sartén, poco a poco nos vamos adaptando a unos márgenes de indiferencia – capaces de naturalizar la convivencia con verdaderos descartes civilizatorios como el que se ha dado en llamar “banda de Los Copitos”, o pretendidos excesos que generalmente van quedando sin resolver, como la injustificada represión desatada recientemente contra la hinchada de Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Tientos de una misma lonja, a juicio de este cronista, que no hacen más que recordarnos que el pez comienza a pudrirse por la cabeza… pero finalmente se descompone entero.

Levantando un poco la puntería, resulta evidente que la implosión – a fines de los años 80s – del socialismo soviético, y la ausencia de una utopía global de redención humana han contribuido a que una ofensiva conservadora esté intentando cubrir esa vacante con singular brío. Pero que se trate de un fenómeno mundial no justifica que nos resignemos a ser testigos pasivos del mismo.

Algunxs de sus exponentes locales, por ejemplo, en relación a la trajinada cuestión mapuche aducen que esta pone en tela de juicio nuestra nacionalidad, ya que su origen remitiría a una remota invasión proveniente de la araucania chilena, argumento que, recostándose en la histórica disputa chauvinista fomentada por el poder a ambos lados de la cordillera, oculta la existencia de numerosas naciones originarias previas a la violenta constitución de repúblicas a la europea.

Sin ir más lejos, la democracia (para ganadores de este modelo atroz) y la unidad nacional (del zorro con las gallinas) que de tanto en tanto pregonan oficialismo y oposición, en los dos casos se basa en la defensa de una Carta Magna escrita en 1853, tras la llamada Conquista del Desierto, con la sangre de criollos y de indios.

Así, mal que les pese a los Macri, las Bullrich, los Larreta, las Vidal, los Pichetto, los Morales, o lxs Fernández, a partir de lo antedicho, el Estado que nos rige -y se arroga el monopolio del ejercicio de la fuerza en caso de considerarlo necesario- es un Estado genocida, en deuda con lxs legítimxs dueños de estas tierras.

No obstante, la convalidación suicida de la clase política que rige nuestros destinos respecto de ese siniestro pasado fundacional, habilita a que vuelvan a germinar grupos facciosos como el que últimamente arengó desde las redes sociales a salir a cazar mapuches con frases (escritas en mayúscula) como la siguiente: “VOS, ARGENTINO, PODES SER PARTE DE LA LEGIÓN NACIONAL PATRIOTA, DEFIENDE TU PAÍS, DEFIENDE EL FUTURO DE LA PATAGONIA, DEFIENDE TU HOGAR, TU FAMILIA, TU VIDA, ES HORA DE DESTERRAR LA RAM DE LA PATAGONIA!!! ES POR TU NACIÓN!”.

Aunque parezca mentira, en tanto buena parte de una Argentina memoriosa se afana bregando por nuestra Segunda y Definitiva Independencia, cada tanto se activan las células dormidas de un tumor social dispuesto a promover una Nueva Conquista del Desierto.

Enfrentándola cuanto antes tanto desde la educación como desde la comunicación y la lucha de calles puestas al servicio de nuestro pueblo, aún estamos a tiempo de conjurar semejante avanzada. –

(*) Las ligas patrióticas fueron grupos de extrema derecha que operaron en Argentina y Chile entre 1910 y la década de 1930, caracterizados por un discurso xenófobo, racista y nacionalista, además de una política de hostilidad hacia los movimientos obreros reivindicatorios.

Fuente: La Gomera de David