“Con Perón, todos éramos machos”

Por Florencia Gutiérrez*

En noviembre de 1945, los trabajadores del ingenio Mercedes declararon una huelga en protesta por la forma brutal e inhumana con la que el administrador los trataba. Gracias a una entrevista realizada por un historiador a ex-obreros de esa fábrica, sabemos que las primeras en movilizarse fueron en realidad las mujeres, quienes exigieron el despido del administrador en castigo por las humillaciones y abusos sexuales cometidos contra ellas.

En esa entrevista, aquellos trabajadores recordaron la celebración de “la hierra”, una actividad que se realizaba en un paraje alejado del ingenio y que consistía en marcar con un hierro candente al ganado. El administrador obligaba a algunas mujeres a asistir, y allí, en la casona del propietario del ingenio, tenían lugar asaltos sexuales contra ellas. Los entrevistados señalaron que esas situaciones alimentaron el odio, dando lugar a la huelga que, finalmente, concluiría con la separación del administrador. En el clima de los años cuarenta, esta medida de fuerza no sería una excepción. Otras huelgas se multiplicaron por los ingenios para exigir el despido o la reubicación de administradores, contadores y jefes de fabricación.

Muchas situaciones de esta índole tenían lugar en los ingenios del norte argentino, donde la plantación de la caña y la elaboración de azúcar dieron vida, desde fines del siglo XIX, a pueblos conformados espacialmente alrededor del ingenio. Muy cerca de la fábrica se levantaba el chalet de los propietarios; luego, se ubicaban las viviendas de los administradores, empleados jerárquicos y técnicos. Más alejadas se encontraban las casas de los obreros de fábrica provistas por la patronal mientras duraba el vínculo laboral. En el ingenio, todas las labores eran realizadas por los hombres (maestro de azúcar, electricista, caldero, maquinista). Las mujeres sólo podían desempeñarse cosiendo las bolsas de arpillera donde se envasaba el azúcar. Así, un reducido grupo de varones, bajo la mirada del administrador y otros empleados, supervisaba los procesos y ritmos productivos del conjunto obrero. Muchas veces el insulto verbal y el maltrato formaban parte de la forma en la que estos hombres ejercían su poder sobre otros hombres, y también, sobre las mujeres. Sin embargo, la certeza de que una protesta podía concluir con la pérdida del trabajo, dificultaba la denuncia de estas situaciones y acentuaba el sentimiento de injusticia y humillación entre los obreros. Este clima se dio especialmente, frente a empresarios que, como los azucareros, resistieron con bastante éxito la intervención del Estado en las fábricas, logrando impedir hasta los años cuarenta la sindicalización obrera.

Las cosas comenzaron a cambiar a mediados de la década de 1940, cuando la presencia de Perón en el escenario político nacional fue cobrando mayor importancia. Este episodio en el ingenio Mercedes nos muestra los diversos motivos que también empezaron a alentar la declaración de paros y acciones obreras. Las protestas no se vinculaban con cuestiones estrictamente laborales (como el aumento de salarios), sino con el rechazo a humillaciones reiteradas y abusivas que tenían lugar en esos espacios jerárquicos y masculinos que eran los ingenios. Además, la reacción de las y los trabajadores del ingenio Mercedes nos deja conocer cómo la movilización y las acciones obreras fueron lideradas por mujeres que eran víctimas de abusos sexuales, hirientes de la dignidad femenina y la hombría obrera. Ellas, junto a sus compañeros, recuperaron la protesta para exigir la separación del administrador, quien a través de estos actos violentaba el sentido del honor y la masculinidad obrera que, lejos de reducirse al trabajo, involucró al hogar proletario y al cuerpo de las mujeres. Sin duda, la amenaza de un despido atentaba también contra las formas de ser hombre, marido o padre (asociada, en gran medida, con el sostén del hogar) y mucho más porque la pérdida de trabajo también suponía quedarse sin techo. Sin embargo, la defensa del honor femenino fue también un rasgo de masculinidad obrera que, en este caso, posibilitó sobreponerse colectivamente a esa amenaza.

La principal dificultad para recuperar estas historias, en gran medida silenciadas por sus protagonistas, se presenta cuando nos preguntamos desde cuándo y cómo las mujeres y los obreros intentaron enfrentar y eludir estos ataques. Aunque no podamos precisar una fecha en la que estas conductas y actos denigratorios dejaron de cometerse, las acciones como las del ingenio Mercedes nos muestran que la experiencia empezó a transformarse a mediados de la década del cuarenta, cuando las instituciones laborales estatales comenzaron a tener allí más presencia y exigieron el cumplimiento de las leyes obreras. Y, sobre todo, cuando los trabajadores pudieron fundar en cada ingenio un sindicato. Entonces, surgieron las protestas obreras destinadas a revertir viejas situaciones de humillación y agravios. Estas acciones colectivas ayudaron a afirmar el orgullo y la virilidad de los trabajadores, y dieron lugar a expresiones como la de un obrero rosarino, frase que se popularizó rápidamente y que afirmaba: “Con Perón, todos éramos machos”.

Bibliografía consultada

ANDÚJAR, Andrea, Laura CARUSO, Florencia GUTIÉRREZ, Silvana PALERMO, Valeria PITA, Cristiana SCHETTINI: Vivir con lo justo. Estudios de historia social del trabajo en perspectiva de género. Argentina, siglos XIX y XX. Rosario, Prohistoria, 2016.
PALERMO, Silvana: “Masculinidade, conflitos e solidariedades no mundo do trabalho ferroviário na Argentina (1912-1917)”. Mundos do Trabalho, vol. 1, n° 2, 2009. Disponible en: https://periodicos.ufsc.br/index.php/mundosdotrabalho/article/view/1984-9222.2009v1n2p94
JAMES, Daniel: Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora Argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 2005.
TINSMAN, Heidi: La tierra para el que la trabaja. Género, sexualidad y movimientos campesinos en la Reforma Agraria chilena. Santiago de Chile, LOM ediciones, 2009.

*Doctora en Historia, investigadora del CONICET en el Instituto Superior de Estudios Sociales y profesora de Historia de la Historiografía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.

Fuente: www.historiaobrera.com.ar