A 45 años del secuestro y desaparición de Irma Laciar de Carrica

“Quien no dio todo, no dio nada”
Eso es lo que manifiesta una de las referentes de la medicina popular en la Argentina. Luchadora del campo social y de una noción sanitarista de la salud.
Dedicó su vida al cuidado de sus compañeros y la disputa por un mundo mejor.
Irma nació en julio de 1926, en Sampacho, localidad distante 48 kilómetros de Río Cuarto. Se educó en una familia que influyó decididamente en su futuro, ya que su padre era un delegado ferroviario y sus dos tías eran enfermeras. Se involucró activamente en la militancia del campo popular desde la política y desde la salud.
“La vida no es recompensa ni castigo, sino que es un desafío permanente”.
“Hay un tiempo que será el tiempo de nuestra gente, de nuestro pueblo. Nosotros seguiremos adelante si respetamos el tiempo colectivo”, concluye.
Carrica fue docente, en 1947, de los cursos de la Escuela de Enfermería que creó Ramón Carrillo; también ejerció la dirección de la Escuela de Auxiliares de Enfermería del Ministerio de Salud Pública de la Nación.
Durante la década del 50 comenzó su actividad gremial en ATE, siendo delegada en sus lugares de trabajo. Participó como docente en las cátedras de Medicina para el Trabajo (1972-1973) e integró el equipo de Derechos Humanos de la CGT de los Argentinos.
Durante el Gobierno de Isabel Perón fue despedida y comenzó a ser perseguida por la Triple A. Se ocupó de brindar apoyo a los familiares de los presos políticos y colaboró en la búsqueda de los desaparecidos, hasta que un grupo de tareas la secuestró en su departamento del barrio porteño de Liniers el 18 de abril de 1977 y nunca más apareció.
Sostenía que no había transformación posible si no construimos modelos diferentes, prácticas diferentes y hasta teorías diferentes”.

En el año 1973 se realizó un congreso en la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA que se llamó “Medicina para el trabajo y para los trabajadores”.  Irma fue una de las que impulsó esa iniciativa y el resultado de ese encuentro fue un libro que publicó EUDEBA: Medicina del Trabajo al servicio de los trabajadores”. Uno de los libros quemados por la dictadura públicamente.

“La dictadura no podía soportar el cuestionamiento al poder de los sectores dominantes y un saber construido desde la inteligencia y la práctica de los trabajadores”.

El ímpetu, el coraje, el sentido humanitario y la consecuencia política e ideológica de Laciar de Carrica quedará en la memoria de quienes la conocieron y en el horizonte de los que van tomando contacto con su historia.

Fuente: Departamento de Derechos Humanos “Irma Laciar de Carrica” de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE-CTAA) Seccional Río Cuarto; www.idepsalud.org