Algunos viejos resistimos que nos quiten la dignidad

Por Alicia Torres*

De golpe uno está bajo cielos ajenos y en tierras donde se habla y se siente de otro modo, y hasta la memoria se te queda sin gente para compartir ni lugares donde reconocerse. Hay que pelear a brazo partido para conseguir el pan y ganar el sueño y uno se siente lisiado de tanta cosa faltando… vivir muriendo que es una manera de dar la razón a un sistema que desprecia a los vivos…” Eduardo Galeano

Hace tiempo que las leyes evitan que los niños sean considerados propiedad de los padres, aunque siempre hay quienes por alguna razón consideran a otros con una calidad inferior de lo humano y con la excusa de protegerlos disponen de ellos como si fueran objetos.

Hoy se ha decretado que sean los adultos mayores (viejos en la expresión de cariño y respeto que recibimos de nuestros hijos y nietos) el objeto de tutela y dirección por parte de gobernantes, expertos y brazo armado, quienes con el pretexto de cuidarnos nos quiten la dignidad de personas plenas.

Aunque toda la vida nos hayamos dedicado a cuidar y proteger a los demás, aunque llevemos inscriptos en el cuerpo la forma de cuidarnos, prevenir o evitar enfermedades; aunque estemos sanos, no hayamos viajado o llevemos encerrados un mes seguimos siendo un “grupo de riesgo”. Nominación que pocos de los que la aplican la entienden, pero basta para impedir que circulemos: si tenemos más de 60 años no podemos salir de la casa, hay que presentar facturas para comprar comida o sentarse en el asiento trasero del vehículo, aunque seamos marido y mujer. ¿Las fuerzas de seguridad creerán que los grupos de riesgo son aquellos que pueden contagiar?

Para cuidarnos del virus nos impiden caminar, reforzar vínculos e intercambios, encontrarnos y gozar del afecto de hijos y nietos o simplemente seguir trabajando en tareas permitidas con los cuidados de rigor. Preparándose para enfrentar el virus cierran consultorios, suspenden tratamientos y limitan la asistencia de otras dolencias de no ser caso grave ¿Los expertos podrán comprender que si hemos llegado a viejos algo sabemos sobre lo que necesitamos y nos hace bien para cuidar nuestra salud? ¿Recordarán la importancia de consultas oportunas y tempranas no sólo por los virus?

En nombre del cuidado de la salud y respeto a los derechos nos están arrebatando lo que nos queda de vida y calidad de vida. ¿Los gobernantes buscan protegernos del contagio o protegerse de gastar en nosotros si enfermamos? Si este es el caso en lugar de esa absurda declaración jurada para circular estamos dispuestos a firmar un consentimiento informado de que, llegado el caso, no nos conecten en respiradores. Muchos de nosotros nos negamos a perder la dignidad que significa que, cuidando primero de los demás podamos resguardar nuestra libertad de elegir y disentir. Se lo debemos a nuestros hijos.

Anisacate, Córdoba 9/4/2020

*Licenciada en Psicología, especialista en Psicología Social y en Planificación y Administración Sanitaria. Ex Secretaria General de la Asociación de Profesionales de la Salud de Salta (APSADES-CTA) 1988-1990. Coautora, junto a Tomás Torres Aliaga, del libro “¿Porqué callan si nacen gritando? Poder, accesibilidad y diferencias culturales en salud”.