Evitar una fractura expuesta del Campo Popular ante el Congreso de la Nación

Por Jorge Falcone

Dentro de todos los males con que cargamos, en las negociaciones con el Fondo, gracias a Dios tenemos como interlocutora a Kristalina Georgieva, una mujer con gran sensibilidad social”, declaraba el Presidente Alberto Fernández en Agosto del 2020.

En los últimos días, la Presidenta de la entidad financiera internacional se entrometía descaradamente en la política interna de nuestro país expresando que el “ala izquierda” de la coalición gobernante podría poner escollos en la negociación en curso.

Corolario: En los albores de 2022 aquella narrativa que, contrariando sus antecedentes usurarios, buscó exhibir ante la opinión pública un FMI más solidario con la suerte del mundo periférico, a la luz de los hechos se ha derrumbado estrepitosamente.

Sin embargo, el gobierno nacional ha aceptado pagar sin objeciones “la mayor estafa cometida contra el pueblo argentino”, según palabras de su principal investigador, el patriota Alejandro Olmos.

Ese gesto ratifica y consolida una infamia perpetrada por todos los gobiernos democráticos que pasaron por la Casa Rosada desde 1983, durante un lapso de casi cuatro décadas (!)

La ocasión es propicia para refrescar que el Padre de nuestra Deuda Externa fue el cipayo Bernardino Rivadavia, a quien algunos manuales escolares aún ensalzan como “el primer presidente de la Nación Argentina”, quien en 1824 suscribió el deshonroso Empréstito con la Baring Brothers Corporation, representante de la Corona Británica.

En 1956, con la restauración oligárquica que derrocó a sangre y fuego al gobierno constitucional del General Perón, el FMI entró a la Argentina.

Durante la primera mitad del año 1982, el mismo en que enfrentamos el conflicto del Atlántico Sur por la soberanía en las Islas Malvinas, y en plena dictadura, el ya mencionado Olmos hizo su presentación caracterizando a nuestra deuda, además de ilegal e ilegítima, como “odiosa”, en tanto quienes nos prestaban altas sumas de dinero eran conscientes de nuestra imposibilidad de devolverlo.

En la segunda mitad de ese año, Domingo Felipe Cavallo, el funcionario que custodió el patrimonio de los dueños del país durante dos gobiernos democráticos (Menem y De la Rúa), estatizó la deuda privada de sus socios, que ascendía a 15.000 millones de dólares.

Ya en el Siglo XXI, y durante la crisis de 2001, el efímero presidente Adolfo Rodríguez Sáa dijo con todas las letras que no pagaría la deuda externa y usaría los fondos para planes de empleo y sociales. La consecuencia de dicho anuncio fue que le retirara su apoyo toda la clase política venal y rentista que aún rige los destinos de este país.

El 3 de enero de 2006, el entonces presidente Néstor Kirchner canceló en un solo pago – sin discriminar su componente legítimo del ilegítimo – la deuda que la Argentina mantenía con el Fondo Monetario Internacional por más de 9800 millones de dólares.

Durante 2017, el gobierno de Mauricio Macri emitió un bono por 2.750 millones de dólares a pagar en 100 años, el mayor plazo jamás acordado por Argentina, con un interés del 7,9%.

Y así llegamos hasta la coyuntura presente que pretende analizar esta nota, habiendo recibido alrededor de 45 mil millones de dólares del Fondo y debiendo  devolverle casi 53 mil millones hasta 2024.

Hoy por hoy, la idea que predomina en el oficialismo se sintetiza en la consigna  “crecer para pagar”, lo que hasta el momento no tiene otra traducción que la de seguir expandiendo el desierto verde de la soja en base a la siembra directa con  agrotóxicos, derramar  cianuro en el cauce de nuestros ríos fomentando la megaminería a cielo abierto, o producir explosiones en nuestra Costa Atlántica en busca de petróleo. Vale decir, prorrogando el modelo extractivista de acumulación por desposesión de nuestros recursos naturales. Todo eso mientras, esquizofrénicamente, Fernández se ha llenado la boca ante la Cumbre Ambiental del pasado año proponiendo cambiar deuda por inversiones en la preservación del ecosistema, o visitando Barbados como Presidente de la CELAC, supuestamente preocupado por los efectos devastadores del cambio climático sobre esa geografía del planeta.

Y, ya que hablamos de doble discurso, dónde anotar si no – al cabo de capitular bochornosamente ante el FMI – la oferta que el Primer Mandatario acaba de hacer, saliéndose del libreto mantenido hasta ahora, a su par de la Federación Rusa, en cuanto a que Argentina bien podría ser la cabecera de playa para que los intereses de aquel país ingresen a Sudamérica, a los efectos de paliar la dependencia de los EEUU (!!)

Así estamos pues, a la fecha, circunstancia en la que el británico Ben Kelmanson, encargado del caso argentino por parte del Fondo (a quien tendremos de “inquilino” por bastante tiempo), a poco de su arribo a nuestro país se entrevistó con el Jefe de la Policía Federal, dizque para reforzar la custodia de su delegación ante posibles hostilidades, y fue recibido en una sede institucional ornamentada con la divisa nacional ondeando junto a la del país que usurpa nuestras islas, ni más ni menos que cuando están a punto de conmemorarse cuatro décadas de la guerra en que intentamos defender aquella porción del territorio nacional.

Completando semejante parábola colonial, poco tiempo después un equipo de argentinxs integrantes de la Sexta Marcha de Expedición por la Soberanía en Lago Escondido, arribaba al lugar desde Wharton, de allí fueron a la Orqueta, luego a los laguitos, y de ahí al Lago Soberanía.

Inflaron sus botes para seguir la ruta hacia el Lado Montiel, transitando sin ningún problema. No obstante, al llegar, sus cinco canoas se toparon con personas encapuchadas, la mitad a caballo y la otra a pie, que lxs intimaron vociferando “ustedes no pueden meter un pie acá”. Acto seguido, les pincharon un bote y se desató una discusión cuando procuraron comunicar lo que hacían allí. Rematando la inverosímil escena, llegó la Policía y permaneció neutral en un lugar  que hasta el ex presidente Mauricio Macri y el mismísimo Joe Lewis oportunamente manifestaron que estaba habilitado para transitar. De tal forma que una patota encabezada por Nicolás Van Ditmar, segundo del magnate británico, se dio el gusto de clausurar un acceso público, además de amenazar y filmar a lxs presentes.

Esa arbitraria zonificación exclusiva revela que ya hay regiones de nuestro territorio nacional donde carecen de jurisdicción los gobiernos provinciales y el nacional, porque allí rigen otra clase de poderes: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

Malos tiempos para la lírica”, escribió alguna vez el dramaturgo judeo alemán Bertolt Brecht. Y así parece ocurrir por estos lares en las horas que corren, cuando al interior de las organizaciones sociales afines al gobierno circulan opiniones como la del coordinador nacional de SOMOS/Barrios de Pie, Daniel Menéndez, ex subsecretario de Políticas de Integración y Formación del Ministerio de Desarrollo Social, quien manifestó “vamos a ponerle calle y apoyo a la pulseada del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional”, destacando “la valentía y firmeza que ha mostrado (…) en la negociación con el Fondo y que es clave para tener una perspectiva de mejora en los indicadores sociales, especialmente luego de las dos pandemias que el pueblo tuvo que soportar, la del Covid-19 y la que dejó el macrismo con esta deuda impagable”. Y, desde el seno de la coalición que comparten, se alzan otras voces como la de Fernanda Vallejos, quien sostiene que “no puede reconocerse ni negociarse una deuda viciada de ilegalidad“.

Así están las cosas al interior del Frente de Todxs, sobre todo a partir de la renuncia de Máximo Kirchner a la Jefatura del Bloque de Diputadxs oficialista.

Pero lejos de las grietas que exhibe El Palacio, La Calle comienza a soldar las suyas confluyendo tras las demandas de la Autoconvocatoria contra el Pago de la Deuda, haciendo frente tanto al ajuste como al extractivismo, sosteniendo que “las estafas no se pagan”, y rechazando la impunidad y la entrega de nuestra soberanía, como quedó de manifiesto en la víspera (foto que encabeza esta nota), durante la masiva movilización que hizo estallar la Plaza de Mayo detrás de esas banderas.

Carxs compañerxs de batallas anteriores acusan a quienes nos alineamos en dicho cauce de “engordar ganado ajeno”. Pero no somos pocxs aquellxs para quienes la disyuntiva nacional se sigue dirimiendo entre la Patria o la Muerte, y no en declaraciones grandilocuentes formuladas ante líderes de potencias remotas, ni teatrales renuncias a los honores y también a la lucha.

A esta altura de los acontecimientos, bien pudiera suceder que aquellas agrupaciones políticas todavía dispuestas a revertir la afligente situación nacional desde el Estado, en marzo coincidieran con el numeroso arco de organizaciones sociales rebeldes en movilizarse a Plaza Congreso con motivo de la Apertura de las Sesiones Legislativas, lo cual exhibiría una riesgosa fractura expuesta al interior del campo popular, escena que desde el confín de los tiempos propician los enemigos de nuestra emancipación.

La causa antiimperialista es lo suficientemente amplia como para representar a  todxs aquellxs que tengan un pero ante el bochornoso acuerdo que hoy propone el Ejecutivo. Claro que ello dependerá de la grandeza que los asista.

Fuente: La Gomera de David