Los programas de la clase obrera argentina

En junio se cumplen 58 años del programa de Huerta Grande, antecesor de aquel memorable del 1º de Mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos y continuador del de La Falda, de 1957. Un recorrido por los documentos que siguen siendo horizonte en las luchas de nuestra clase.

El 16 de septiembre de 1955 un golpe militar, autodenominado “Revolución Libertadora”, puso fin a sangre y fuego al gobierno de Juan Domingo Perón. El pueblo dio en llamarla “la Fusiladora” por el nivel de ensañamiento que tuvo con quienes adherían al peronismo y otras organizaciones populares y por el hecho particular de los fusilamientos de junio de 1956. Un régimen que, además, venía a demoler las conquistas sociales y políticas alcanzadas por el movimiento obrero en los años anteriores.

Por ello, la clase se fue organizando en una importante resistencia a esos planes y construyó propuestas para el desarrollo económico, político y social del país. Así nació el programa de La Falda, en 1957, y, más tarde, luego del derrocamiento de Arturo Frondizi, el de Huerta Grande, de junio de 1962. Dos claros antecedentes de lo que sería el del 1ro de Mayo de 1968, publicado en el primer número del periódico de la CGT de los Argentinos, que ya enfrentaba a otra dictadura, la encabezada por Juan Carlos Onganía.

La Falda

La resistencia a los planes de la dictadura, encabezada por Eduardo Lonardi primero y por Pedro Eugenio Aramburu después, fue llevada a cabo por cuadros de segunda y tercera línea del peronismo junto a los dirigentes que estaban en la CGT Auténtica. En los años 1956 y 1957, la lucha por la recuperación de los gremios, intervenidos por los militares, se centró fundamentalmente en los sindicatos industriales.

La primera CGT Regional recuperada fue la de Córdoba, que el primero de julio de 1957 eligió en Plenario General a Atilio López de UTA como Secretario General.

Pese al Estado de Sitio, las proscripciones y la cárcel para sus dirigentes más combativos, el Movimiento Obrero era un verdadero dolor de cabeza para Aramburu y compañía. El 27 de septiembre de 1957 cuarenta gremios recuperados convocaron a un multitudinario paro nacional.

En el marco de esa efervescencia política contra la entrega, la CGT de Córdoba convocó a un Plenario Nacional de Delegaciones Regionales y de las 62 Organizaciones, que se llevó a cabo en La Falda, Córdoba, donde se aprobó un programa obrero, basado en las grandes banderas históricas del peronismo.

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Huerta Grande

El avance de los trabajadores en su lucha, la gran presión popular y la agudización de la crisis obligaron a la oligarquía a convocar a elecciones generales, pero con la absoluta proscripción del peronismo.

Los votos peronistas en las elecciones de 1958 se dividieron entre los que se emitieron en blanco y aquellos en los que se acató la orden del General Perón de votar a Arturo Frondizi. El acuerdo duró poco y en diciembre el presidente definió sus propósitos, contrarios a los intereses populares.

En enero de 1958 Frondizi pone en marcha el Plan Conintes y desata una represión masiva contra el pueblo trabajador. Aquí comienza una nueva etapa de dura y violenta lucha contra la represión y el régimen pro-imperialista. En marzo de 1961, a través de la ‘Comisión de los ’20’, se logra la devolución de la CGT.

El 18 de marzo de 1962 se realizan elecciones de gobernadores y legislaturas provinciales y las urnas revientas de votos peronistas, que en sus listas llevaban a importantes referentes de las organizaciones obreras. Inmediatamente, el 29 de marzo, la oligarquía y sus fuerzas armadas dan un nuevo golpe y anulan el resultado electoral.

En este contexto de profunda crisis nacional, se realiza, en junio, un plenario nacional de las «62 Organizaciones’, realizado en Huerta Grande, provincia de Córdoba. Allí se aprueba un programa con claros objetivos para imponer al gobierno.

Andrés Framini, referente de la Federación Obrera Textil y entonces parte de la dirección ejecutiva de la CGT, fue uno de los principales oradores. Amado Olmos, el dirigente del gremio de la Sanidad, fue otro de los más destacados protagonistas del encuentro y propulsor de las trascendentales definiciones alcanzadas.

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El mensaje de la CGT de los Argentinos

Tras elecciones controladas por las fuerzas armadas y con el peronismo proscripto, Arturo Illia llegó a la presidencia en octubre de 1963. Aunque permitió la participación en elecciones del Partido Justicialista y levantó la prohibición del Partido Comunista, mantuvo la proscripción de Perón y, más tarde, comenzó a reprimir e impedir las protestas sindicales. Además, en 1966 estableció una reglamentación que prohibía las actividades políticas de los sindicatos e imponía que los presupuestos de las organizaciones sindicales sean aprobados por el poder ejecutivo, acabando con la independencia sindical.

En el marco de una fuerte campaña en su contra impulsada por diversos sectores, que incluían a la Sociedad Rural y la Unión Industrial e incluso algunas facciones de la UCR, y con el avance de la injerencia de Estados Unidos sobre América Latina, Illia fue derrocado el 28 de junio de 1966. La autodenominada Revolución Argentina, fue encabezada por el general Juan Carlos Onganía.

Esta dictadura no se presentó como “provisional”, sino, por el contrario, como un gobierno de tipo permanente. Sus políticas generaron una alta conflictividad política y social, como lo demuestran las puebladas (como el Cordobazo y el Rosariazo), la fuga de cerebros de científicos argentinos y el surgimiento de guerrillas y organizaciones armadas, entre otros hechos.

La CGT de los Argentinos fue fundada en el Congreso Nomalizador Amado Olmos, entre el 28 y el 30 de marzo de 1968, con la elección del dirigente gráfico Raimundo Ongaro, encabezando la corriente combativa del movimiento obrero argentino. El grupo vandorista no participó del Congreso y el participacionismo se retiró al verse en minoría.

Surgida como un cuestionamiento a las conducciones sindicales del peronismo sin Perón, en los años 60, fue la expresión más importante del llamado “sindicalismo combativo”. Allí convergieron peronistas, radicales, socialistas y socialcristianos.

El 1º de Mayo de 1968 se publicó el primer número del periódico de la CGT de los Argentinos, que dirigía Rodolfo Walsh. El artículo principal era un “Mensaje a los trabajadores y al pueblo argentino”, que inmediatamente también se constituyó y pasó a la posteridad como un programa, uno de los centrales de la historia de la clase obrera del país.

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El Grito de Burzaco

Hay varios otros hitos que se enmarcan en ese mismo camino. No podemos hacer este repaso sin mencionar lo que fue el paso previo a la fundación de la CTA: el “Grito de Burzaco”. Se trató de un encuentro fundacional que tuvo lugar el 17 de diciembre de 1991, cuando más de 100 dirigentes sindicales se reunieron en el camping de los obreros navales de esa localidad del conurbano bonaerense.

En un artículo publicado a raíz de los 20 años de aquel acontecimiento, el periodista Marcelo Paredes da cuenta de los múltiples antecedentes que dieron lugar a aquel encuentro, en el marco de la lucha frontal con el menemismo y sus políticas neoliberales.

Ese texto concluye que “en ese país hubo quienes reaccionaron y empezaron a soñar. Y ese sueño humilde de ayer se convirtió en un gran sueño de hoy. Una central de masas con millones de afiliados y miles y miles de delegados. Con las mismas convicciones que veinte años atrás la llevaron a nacer para no ser la garantía de las políticas de nadie que no sea la propia clase trabajadora. O dicho en otras palabras, ser autónomos de los patrones, los gobiernos y los partidos políticos y leales a las necesidades de la clase trabajadora, gobierne quien gobierne”.

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Una historia que no cesa

Estos enormes y fundantes documentos elaborados por la clase obrera argentina siguieron marcando el camino, el horizonte de las luchas populares y los objetivos de los trabajadores y las trabajadoras y continúan haciéndolo hasta hoy. Un horizonte que, además de las políticas sociales, económicas y estructurales que proponga, siempre deja en claro que las luchas son de a muchos y muchas, que el camino irremediablemente es colectivo.

En ese sentido, pueden enmarcarse dos documentos elaborados por organizaciones sindicales y populares en los últimos meses. Un tiempo marcado por una crisis especial, producto de una pandemia y de un aislamiento social obligatorio que le puso un freno de mano a las actividades de todo tipo y sumió a importantes capas de la población mundial en la pobreza o, al menos, en un estado de inseguridad constante sobre su futuro y sus formas de subsistencia.

El 12 de abril de 2020, se publicó un importante documento en el que más de 50 organizaciones sindicales, entre las cuales está la CTA Autónoma, llaman a la reflexión a todos los actores de la sociedad ante los despidos, suspensiones y rebajas salariales en el contexto de la emergencia sanitaria. Nadie se salva solo, fue el título elegido para darlo a conocer.

“Somos los trabajadores los que creamos la riqueza del mundo, y muchas de las organizaciones que suscribimos la presente representamos a quienes siguen trabajando todos los días para garantizar la salud, la alimentación, el transporte, la exportación, entre otros servicios importantes no sólo para esta emergencia sanitaria sino para la economía del país, convencidos del lugar histórico que ocupamos. Pretendemos que en este contexto el Estado intervenga con determinación y medidas concretas frente a las empresas que no se expresan con el mismo compromiso, privilegiando sus intereses por sobre los del resto de la sociedad”, concluye.

Finalmente, y también en el mismo contexto desatado por el COVID-19, el 1º de Mayo vio la luz el “Manifiesto nacional por la soberanía, el trabajo y la producción. Se trata de un documento firmado por la CTA Autónoma junto a más de 60 organizaciones, en el que reafirmamos nuestra convicción de que sólo el ejercicio concreto de la soberanía nacional garantizará a nuestro pueblo una salida a la crisis global con independencia económica y justicia social.

En el texto se plantean propuestas concretas sobre soberanía alimentaria, monetaria y financiera, fiscal, productiva, energética y marítima. Además, propone un piso de ingreso garantizado para el conjunto de la población y exige acceso a la vivienda digna y un planificación territorial.

Nuestra historia

Con la excusa del aniversario del programa de Huerta Grande ponemos, entonces, a disposición de los compañeros y las compañeras una serie de documentos fundamentales para la formación política y sindical. También para comprender que la historia no empieza cuando llegamos ni termina con nosotras y nosotros, sino que desde la CTA Autónoma reivindicamos siempre aquello de que “venimos a alzar en el punto donde otros las dejaron, viejas banderas de la lucha”. Y para tener conciencia de que, además, estamos escribiendo, en unidad y codo a codo, en cada lucha, la historia de nuestra clase.

Fuente: www.ctasantafe.org