Ministerio de Salud de Córdoba: Las bombas de tiempo empezaron a estallar

Por Héctor Oscar Brondo*

Un militante de la memoria que conoce a los responsables de conservar y organizar documentación de valor jurídico en Córdoba y con comprobados atributos proféticos y adivinatorios asegura que su bola de cristal da por hecho que los defensores del ex ministro de salud recientemente despedido -sin honores- por el gobernador de la provincia, lograron que el funcionario en situación de náufrago aceptara la estrategia que le propusieran y que consiste en desplazar al fiscal a cargo de la investigación del espanto sucedido en el Hospital Materno Neonatal “Ministro Dr. Ramón Carrillo” donde murieron bebés sanos por causas que se tratan de establecer.
El Plan B de los abogados defensores -arriesga- es sacarle del expediente al acusador las fojas que complican en demasía al hoy barbado ex mandamás de Salud y ponerlas en custodia de los amigos del poder que le sirven de manera incondicional en el Fuero Penal Económico y Anticorrupción, famoso por sus resultados.

Pruebas al canto

Lo convencieron mostrándole datos estadísticos: de las más de 100 denuncias altisonantes que recibió desde su creación -en 2004- ese instituto específico para hacer creíble el Programa de Lucha contra la Corrupción diseñado por la Provincia, casi todos los expedientes armados terminaron archivados, desestimados, prescriptos o con el sobreseimiento de los involucrados.
Hay excepciones que confirman la regla, aunque sobran los dedos de las manos para contarlos: el ex intendente Germán Kammerath; los fiscales Roberto Matheu, Luis Nazar y Gustavo Nievas; y cuatro inspectores municipales acusados de pedir coimas para evitar clausuras de negocios. Jamás se condenó a alguien que hubiera prestado o prestara servicios para el poder reinante en Córdoba desde hace casi un cuarto de siglo.
La sugerencia es porque la valoración de las pruebas documentales, testimoniales e indicios contundentes reunidos hasta el momento alcanzan y sobran para demostrar, más temprano que tarde, no sólo la autoría material de la tragedia largamente anunciada en el Neonatal sino también la complicidad manifiesta de ex funcionarios públicos en el encubrimiento de los hechos que son objeto de la investigación y que nadie que conoce el sumario (pese al secreto dispuesto por el fiscal) es capaz de explicar de manera razonable y creíble cómo es que solo alcanzó para imputaciones benignas de los hoy atormentados por su conciencia pero cada vez más lejos (o alejados) del alcance del brazo de la Justicia.
Desde la devolución del manojo de llaves de los despachos de Salud, apertura de teléfonos celulares, consulta de biblioratos, allanamientos sigilosos y análisis meticuloso de la documentación médica y administrativa sensible en poder de la cartera sanitaria se han confirmado irregularidades que abruman, aunque no han tomado aún estado público.
La revelación hecha el viernes ante auxiliares de la Justicia y un fiscal (incorruptible) por un ex empleado de la Farmacia Central del Ministerio de Salud acerca de la destrucción de fármacos e insumos no vencidos para generar faltantes de manera fingida y proceder a nuevas compras directas que favorecían siempre a los mismos proveedores es poco más que la punta del iceberg. También lo es la imputación ayer en la causa del Neonatal del lugarteniente del hasta hace un mes dueño absoluto de la batuta sanitaria.

Agazapados

Debajo de la línea de flotación de tanta putrefacción esperan para emerger otras maniobras escandalosas autorizadas por los felones de Salud como el uso de reactivos vencidos en el área de Adicciones, el pago doble (y hasta triple) de un mismo servicio por parte de la entidad autárquica con individualidad financiera que concentra la mayor cuota parte -por lejos- de afiliados al sistema de salud público y privado de la provincia y el vaciamiento encubierto de las boticas de los hospitales estatales, entre otras.
Varios de los actuales directores de establecimientos públicos forjados en la agrupación político-sanitaria peronista “La Ramón Carrillo” -como su ex jefe caído en desgracia y el principal ladero de éste-, están con el corazón en la boca esperando que llamen a su puerta.
Es que saben muy bien de qué viene la cosa. Tanto, como muchos jefes de servicios que jamás les respondieron y siempre cuestionaron por lo bajo las decisiones que bajaban rodando, con prepotencia y autoritarismo, desde Avenida Vélez Sarsfield al 2300 y que ahora estaría dispuestos a revelar.
*Periodista