Molinos del horror

Por Ailín Bullentini

En una habitación cerrada con candado dentro de la planta que la compañía Molinos Río de la Plata tiene en Avellaneda se guardaron por casi cinco décadas legajos laborales del personal que trabajó allí entre 1975 y 1983 y que fue perseguido, secuestrado y desaparecido durante la dictadura militar. El nuevo grupo que compró la compañía a Bunge & Born halló los expedientes y los puso a disposición de la Justicia, que ahora deberá evaluar si esa documentación prueba la complicidad empresarial con el sistema represivo.

“Esto es prueba nueva a analizar y será importante ver qué dicen los legajos de las personas que se llevaron de ahí”, dijo el abogado Pablo Llonto, querellante en representación de Analía Fernández, Ceferino Mattaboni y Roxana Freitas, familiares de tres trabajadores de la empresa de alimentos secuestrados durante “los años de plomo” y que permanecen desaparecidos.

Esa querella presentó la denuncia con la que se inició la causa judicial que investiga los crímenes de lesa humanidad de los que fueron víctimas sus padres y otra veintena de operarios de la planta de Avellaneda. La hipótesis que se analiza en el expediente es que la dirección y el plantel jerárquico de Molinos Río de la Plata entregaron a sus trabajadores a los grupos de tareas de la represión ilegal.

El hallazgo y un gesto

Pérez Companc Family Group adquirió el control accionario de Molinos Río de la Plata en 1999 y poco después de quedarse con la compañía cerró la planta de Avellaneda y la mantuvo inactiva hasta hace pocos meses, cuando inició un proceso para reactivarla.

En agosto de este año, los apoderados de Molinos Río de la Plata, Santiago Vaccaro y Omar Salvi, remitieron un escrito al juez federal Ernesto Kreplak detallándole que el hallazgo de la documentación se produjo un julio. En 2019, el magistrado había encabezado una inspección ocular en el lugar.

“Se tuvo que abrir forzadamente un espacio del cual se carecía la llave para su apertura y al que nadie había entrado en virtud del tiempo transcurrido sin actividad en las instalaciones”, puntualiza el escrito en manos de Kreplak.

La inspección ocular en 2019. Foto: Claudia Conteris, portal Fiscales.

Salvi y Vaccaro relataron que al ingresar a la habitación que permanecía cerrada “se detectó la presencia de una gran cantidad de documentación relacionada al personal que habría prestado tareas laborales en las instalaciones de dicha planta”. También explicaron que entre esa documentación había libros laborales, recibos de haberes, legajos de personal, entre ellos del que “prestaba tareas en la planta entre 1975 y 1983”.

Los abogados de la compañía informaron además que “debido al paso del tiempo gran parte de la documentación se encontraba en mal estado” y que la habían trasladado a las oficinas centrales del grupo, en la localidad de Victoria, partido bonaerense de San Fernando.

En este sentido, Llonto ponderó la “predisposición” de la empresa para informar el hallazgo de la documentación y consideró que haberla entregado a la Justicia constituye “un gesto a destacar en épocas en las que se intenta negar lo ocurrido”. “Hay empresarios que, frente al negacionismo de Javier Milei, en lugar de esconderse, se ponen a disposición”, valoró el abogado de la querella.

Documentación clave

La documentación está contenida en cuatro cajas de cartón grandes y más de diez pilas de carpetas y biblioratos de más de un metro de alto. Inmediatamente después de llegar al Juzgado Federal 3 de La Plata, que investiga el secuestro y la desaparición de 23 obreros de Molinos, se informó que quedó “alcanzada por la medida de no innovar dictada oportunamente” en la planta de Avellaneda.

Llonto recordó que durante la inspección ocular que se llevó a cabo en 2019 “había varios lugares cerrados con candado”, pero hasta ahora ninguna de las partes solicitó un allanamiento del predio.

La Subsecretaría de Derechos humanos bonaerense, a cargo de Matías Moreno y querellante en la causa, ofreció “los recursos humanos y materiales con que cuenta el Archivo Provincia de la Memoria (APM)” para que el material hallado “pueda ser digitalizado de manera rápida y efectiva”.

“Nos parece importante saber bien de qué se trata ese material, pero primero poder tenerlo en custodia y preservarlo para que no vaya a pasarle nada. Hay documentación que se pudo haber perdido, que se puede recuperar con técnicas que conocen los especialistas del centro de documentación del APM”, explicó Verónica Bogliano, coordinadora de las querellas de la Subsecretaría.

Un único procesado en la causa

La causa nació en 2013 a raíz de la denuncia de dos hijos y una hija de tres de los 23 trabajadores secuestrados de Molinos Río de la Plata identificados como víctimas, y no tiene miembros de las fuerzas armadas o de seguridad en la mira, solo civiles. Para construir su presentación, los denunciantes contaron con testimonios de compañeros de trabajo de sus padres detenidos desaparecidos.

Así pudieron reconstruir el rol del ex gerente de Personal, Emilio Parodi, el único procesado en el expediente y con prisión preventiva. A Parodi se lo sindica como quien entregó listas de empleados a las fuerzas de seguridad, que luego fueron secuestrados en inmediaciones de la planta de Avellaneda, en sus domicilios o en lugares que solían frecuentar.

 

El ex gerente Parodi fue detenido en julio pasado.

La denuncia también logró la reconstrucción de un operativo en la puerta de la planta, en julio de 1976, que implicó la intervención de dos camiones del Ejército en los que fueron “cargados” casi 80 trabajadores enlistados por el entonces jefe de Personal. “Hay que buscar en esos documentos a ver si hay registros de aquel operativo”, planteó Llonto.

Fuente: www.letrap.com.ar