Pensamiento propio

Por Juan Carlos Giuliani*

La historia no comienza ni termina con nosotros. Tampoco se improvisa a cada paso. Es un proceso dialéctico que consulta las circunstancias de tiempo y espacio que retratan un momento determinado en el devenir de los pueblos.

En nuestro país han existido, desde sus orígenes, distintos modelos sindicales. Siempre se manifestaron en el seno del movimiento obrero organizado diferentes concepciones metodológicas, políticas e ideológicas.

Desde la CGT Negra de la Resistencia Peronista alejada de la CGT intervenida por los golpistas del 55; pasando por la CGT de los Argentinos de Ongaro enfrentada a la CGT de Vandor apoyada por los militares del 66; la CGT de la Resistencia (CGTR) durante la última dictadura militar; la CGT Brasil de Ubaldini paralela a la Azopardo de Triaca; la CTA frente la CGT obsecuente con los gobiernos neoliberales de los ’90, sin contar otras divisiones de menor trascendencia, lo cierto es que sólo en forma esporádica hubo una central obrera única, aunque la fragmentación del universo sindical que se observa hoy en día es prácticamente inédita.

Nunca faltaron los dirigentes que van hacia donde sopla el viento y los que nadan contra la corriente.

El golpe contrarrevolucionario de 1955 tuvo respuesta en movilizaciones obreras, asambleas de fábricas, huelgas y sabotajes, mientras la “Revolución Fusiladora” intervenía la CGT, asaltaba sindicatos, inhabilitaba a miles de dirigentes y encarcelaba a otros tantos.

En el marco de la resistencia contra las proscripciones y la entrega, la CGT de Córdoba convocó en 1957 a un Plenario Nacional de Delegaciones Regionales de la CGT y de las 62 Organizaciones. El encuentro tuvo lugar en la localidad de La Falda, donde se aprobó un Programa de Gobierno antioligárquico y antiimperialista.

Un ejemplo de elaboración doctrinaria para tributar a un nuevo proyecto de Nación, parido desde los intereses de la clase trabajadora.

Cinco años más tarde, en 1962, se realiza en Huerta Grande, Córdoba, un Plenario Nacional de las 62 Organizaciones que aprobó un programa que implicó, en la práctica, una profundización de los contenidos revolucionarios expresados en La Falda.

Ambos se convertirían, con el correr del tiempo, en un verdadero manual de toma de conciencia para la acción de la militancia popular.

Pocos años después, al aproximarse la fecha de la reunión del Congreso Normalizador de la CGT en marzo de 1968, se manifestaron dos posiciones: Los que buscaban el reconocimiento de la dictadura y no admitían la participación de los sindicatos intervenidos por su luchas antipatronales y antidictatoriales, y los que sostenían que, como el congreso era soberano, se debía permitir el acceso de los sindicatos privados de su personería gremial, ejerciendo en plenitud la libertad y democracia sindical.

No obstante la oposición realizada por los seguidores de Augusto Timoteo Vandor (UOM) y José Alonso (Vestido), así como por el Secretario de Trabajo de la dictadura, Rubens San Sebastián, finalmente sesionó el Congreso “Amado Olmos” que designó un nuevo Consejo Directivo encabezado por Raimundo Ongaro (Gráficos), secundado por Julio Guillán (FOETRA) y Ricardo De Luca (Navales), dando origen a la CGT de los Argentinos.

En respuesta a ello, Vandor y Alonso convocaron a un Congreso paralelo instando a la participación en el “gobierno de los monopolios”.

El 1º de mayo de 1968 la CGT de los Argentinos dio a conocer un programa que retoma pronunciamientos ya históricos de la clase trabajadora: la propiedad sólo debe existir en función social; los trabajadores, como auténticos creadores del patrimonio nacional, tienen derecho a intervenir no sólo en la producción sino también en la administración de las empresas y en la distribución de los bienes, y los sectores básicos de la economía pertenecen a la Nación.

El texto, autoría de Rodolfo Walsh, Director del Semanario de la CGTA, reclama la nacionalización del comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y los frigoríficos; denuncia que los monopolios que arruinan la industria nacional, y que durante largos años han despojado a nuestro pueblo, deben ser expulsados sin compensación de ninguna especie, y aboga por una profunda reforma agraria.

Los programas de La Falda, Huerta Grande y la CGT de los Argentinos; los 26 Puntos de la CGT de Saúl Ubaldini; la propuesta programática del Frente Nacional Contra la Pobreza (FRENAPO) y la Constituyente Social impulsada por la CTA, implican otros tantos mojones en la construcción del acervo político, social y cultural donde fermenta el pensamiento propio de los trabajadores.

Ilustración: Ricardo Carpani

*Periodista. Escritor. Congresal Nacional de la CTA Autónoma en representación de la Provincia de Córdoba