Presupuesto 2023: La planificación económica nacional escrita con pluma extranjera

Por Rodolfo Treber *

Bajo la cortina de humo de cumplir con las metas del déficit fiscal, el plan económico presentado para el año 2023, esconde su verdadero objetivo de profundización del modelo productivo extractivista que solo busca favorecer a la enorme cantidad de empresas transnacionales (principalmente, y no por casualidad, provenientes de Estados Unidos) que están ingresando a saquear nuestros recursos naturales, destruyendo a la naturaleza y dejando nulo beneficio al desarrollo local.

En el sinsentido económico del presupuesto encontramos el principal argumento para la anterior afirmación.

Por un lado, se hacen “esfuerzos” en la reducción del gasto total (inversión pública) achicando los montos destinados a partidas sensibles, vitales para la economía nacional, como salud, defensa y seguridad social, con el objetivo de reducir aceleradamente el déficit fiscal primario, un 29%, de 2,8% a 2% del Producto Bruto Interno, tal como lo exige el FMI.

Pero, al mismo tiempo, el presupuesto valida un brutal déficit cuasifiscal por “gastos financieros” (intereses de leliqs, notaliqs y pases pasivos del Banco Central de la República Argentina) del 3,8% del PBI.  Entonces, la reducción del déficit fiscal es selectiva: no sigue una lógica económica sino un interés político determinado.

Resulta que ese gasto financiero es ocasionado por el retorno en intereses, que reciben los bancos, grandes empresas y ahorristas, a cambio de tener inmovilizados sus fondos en instrumentos financieros (leliqs, notaliqs y pases pasivos) en el BCRA con una alta tasa de interés en torno al 75% anual. Hoy, esos fondos equivalen a 7 billones de pesos, lo que representa un gasto por intereses de 5,25 billones de pesos al año.

Para poner en contexto, y remarcar la magnitud de estas cifras en comparación con otras partidas de gastos del Presupuesto 2023, equivale al:

  • 253% de lo destinado a Seguridad Social.
  • 317% de lo destinado a Educación y Cultura.
  • 475% de lo destinado a Salud.
  • 1,267% de lo destinado a Vivienda.
  • 3,800% de lo destinado a Industria y Trabajo.
  • Solo sumando las partidas de Seguridad Social, Educación y Cultura, Salud y Vivienda se alcanza el monto destinado a intereses financieros.

En esta maniobra, podemos ver que hay una decisión política firme en que ese enorme caudal de dinero no se dirija a la inversión, ni al desarrollo productivo, aunque esto resulte extremadamente deficitario y produzca una mayor concentración de la riqueza. Por lo tanto, y a pesar del contexto global extremadamente favorable por el elevado precio de las materias primas y la apertura de nuevos mercados, el presupuesto indica que el gobierno nacional camina conscientemente hacia una parálisis económica, una recesión, como única medida anti inflacionaria.

Además de remarcar el sesgo claramente anti popular de estas medidas, en ellas hay una fuerte inconsistencia que desnuda otra atroz definición política del gobierno del Frente de Todos.

La cuestión es que, anulando la inversión productiva, la posibilidad de acceso al crédito (por las altas tasas de interés), achicando el consumo popular (por el ajuste fiscal) pero, al mismo tiempo, permitiendo el aumento de las riquezas en el poder económico concentrado, no se reducirá drásticamente la inflación dado que, esto último, aumentará la demanda agregada sobre las importaciones y la presión devaluatoria sobre el tipo de cambio por adquisición de divisas por giro de dividendos (fuga de capitales por toma de ganancias, permitido por la ley de inversión extranjera directa vigente).

Por el contrario, el mejor método para aplacar la incesante inflación es administrar el comercio exterior, frenar la fuga incesante de divisas, y fortalecer el mercado interno, aumentar la oferta de bienes y servicios, mediante un ambicioso plan de sustitución de importaciones. Con los intolerables y absurdos niveles de pobreza que sufre nuestro pueblo, la inflación no se puede atacar siguiendo recetas neoliberales, deprimiendo la demanda, ¡hay que aumentar la oferta!

Como conclusión, podemos afirmar que el verdadero objetivo de la política económica recesiva que impone el presupuesto 2023 es continuar con el ajuste por inflación, que esto deprima y asfixie el mercado interno, y, así, lograr contar con mayor cantidad de saldos exportables de materias primas a manos de empresas extranjeras.
Un presupuesto anti popular, anti nacional, a la orden de los intereses del FMI y los Estados Unidos.

* Analista económico

Fuente: www.radiografica.org.ar