En su trabajo, el historiador y sociólogo nombra a 1913 civiles que participaron o propiciaron los gobiernos de facto, desde 1955 hasta 1983. “Pasadas las dictaduras se disuelven sin dejar rastros”, señala.
Luego de una investigación ardua que le llevó casi un año de trabajo, el historiador y sociólogo Roberto Baschetti publicó en edición digital el libro Semblanzas de las dictaduras, sobre los civiles que colaboraron en perpetrar los golpes de estado en la Argentina. “Es necesario marcar el rol de esa gente que pasadas las dictaduras se disuelven sin dejar rastros”, sostiene.
El documento nomina a 1913 civiles que participaron o propiciaron los gobiernos de facto, desde 1955 hasta el final del llamado Proceso de Reorganización Nacional, en 1983. “Todos me indignan por igual”, dice Baschetti. Presentados por orden alfabético, aparecen civiles que formaron parte del Batallón 601 de inteligencia durante 1976-1983 y participantes civiles de grupos de tareas que fueron reclutados para conformar la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Además, deja al descubierto a todos los individuos de clase alta, tanto financiera como terrateniente, que fueron parte de lo que denomina, siguiendo al politólogo Guillermo O’Donnell, Estados Burocráticos Autoritarios.
Baschetti no ignora los cuadros intermedios que provienen de partidos tradicionales o agrupaciones vecinales, que se prestaron con gusto a ocupar cargos oficiales y recuerda a periodistas, actores, intelectuales y sindicalistas que fueron mascarones de proa de la dictadura de turno- Por último hace referencia a un grupo con cargos de menor valía en “este organigrama servivcial con el poder, a sabienda que eran emp0leados de una dictadura militar sangrieta. Son los que el escritor Osvaldo Bayer definió en alemán como schrebtischäter, los verdugos criollos de oficina que durante el nazismo no mataron a nadie, pero encargaban el gas para Auschwitz.
Aunque no son definitivos, porque la lista se va ampliando en forma permanente, allí aparecen nombres como el de Ricardo Balbín. “No es el único político de relevancia: Miguel Ángel Zavala Ortíz estuvo con los aviadores que bombardearon Plaza de Mayo en junio del 55. También Américo Ghioldi fue embajador de Videla en Portugal y está un joven Guillermo Alberto Francos, consecuente en el accionar con su después”.
“Si se publicara en papel, además de costoso, el volumen sería equivalente al de la guía telefónica. Los jóvenes se preguntarán ¿qué rayos es esa guía?”, se ríe en la cocina de su casa de Bella Vista, en el Gran Buenos Aires.
“Al poseer un buen archivo, ordenado y al día, fui peinando las distintas carpetas para extraer la información que me servía”, cuenta el escritor y militante peronista de 75 años. “Dichos dossiers eran: Represores, Partidos Políticos, Dictaduras Militares, Revolución Libertadora, Atentados, Funcionarios en Gobiernos de Facto, Agentes Civiles en Organismos de Inteligencia”.
Para realizar su tarea, el autor de Documentos de la resistencia peronista y Argentinos, judíos, rebeldes, revolucionarios, se nutre del material que contiene su propio archivo, libros, publicaciones periódicas, recortes, documentos, comunicados, denuncias y toda la información que pulula por internet.
Baschetti trabajó en varias editoriales, EUDEBA entre ellas, y durante veinticuatro años en la Biblioteca Nacional. En la actualidad vive de su jubilación (aclara que “no es la mínima”) y de colaborar en medios virtuales como Kranear.com, que le permite mostrarles a las nuevas generaciones personajes que protagonizaron situaciones de los 50, los 60 y los 70. “Con mi compañera de vida y lucha, la artista plástica Nora Patrich, hicimos de la nada la pequeña editorial Jirones de mi Vida donde publicamos libros sobre el campo nacional, popular y revolucionario que las grandes editoriales ignoran. La nuestra no tiene fines de lucro y lo que se recauda sirve para el libro que está en lista de espera. En estos días sacaremos una coedición para un nuevo título: El movimiento villero peronista. Los condenados de la Tierra dan pelea”.
El historiador dice que eligió ocuparse de este tema “porque en todo período dictatorial, sin un andamiaje civil aceitado, estructurado, burocrático, metódico e idóneo el resultado represivo no hubiera sido eficiente”.
Y si habla de andamiaje civil, se refiere “a personas que se prestaron gustosas a cumplir con ese cometido, por ideología o por paga. Son un amplio espectro que va desde el espía que entrega a sus compañeros de trabajo o de la facultad, pasando por el que es parte de un grupo de tareas que secuestra y asesina, o el intelectual orgánico que pasea por el mundo para decir que ‘los argentinos somos derechos y humanos’. Tampoco hay que olvidar a los funcionarios que con mentiras y subterfugios niegan los secuestros, desapariciones y asesinatos”.
Baschetti creyó necesario individualizarlos, “sacarlos del anonimato, nombrarlos y dejar a la vista su accionar. Por una cuestión biológica, la gran mayoría ya dejó este mundo, pero eso no nos priva de que sean conocidos por nuestro pueblo, para siempre”.
-Incluiste a Ricardo Balbín, un político supuestamente democrático.
-Balbín fue uno de los hombres más importantes que dio a la política argentina la Unión Cívica Radical. Siempre aseguró que la UCR es el partido del orden constitucional y la democracia, pero formó parte de la Unión Democrática de Braden, Patrón Costas y Codovilla, enfrentando al general Perón. Don Ricardo hizo mucho por el fin del gobierno peronista, apoyando en 1955 a los comandos civiles, muchos de extracción radical. En 1956 fusilan al general Juan José Valle luego de intentar vencer a la sangrienta dictadura de Aramburu y Rojas, y Balbín lo define como ‘traidor a la patria’. En 1958, Balbín avaló la proscripción del partido mayoritario. Durante el gobierno de facto del general Lanusse, Mor Roig, uno de sus cuadros más lúcidos, se hizo cargo del Ministerio del Interior y desde allí justificó las trampas montadas: cláusula de fecha del retorno de Perón, estatuto electoral, justificación de la Masacre de Trelew. Cuando las movilizaciones obreras pasaron por arriba de la burocracia sindical, el establishment entró en pánico. Nuestro hombre le tiró un salvavidas al sistema: ‘La guerrilla está en las fábricas’, dijo Balbín. Y lo publicó el diario La Razón del 20 de octubre de 1975. Ambivalente y guitarrero, el dirigente radical había afirmado el 8 de abril de ese mismo año que “el golpe está derrotado definitivamente en la Argentina”; menos de un año más tarde se produjo el más sanguinario de todos. En su alegato final, el genocida Jorge Rafael Videla relató una reunión con Balbín cuando faltaban 45 días para el golpe que derrocó a Isabel. “Me expresó su preocupación por la situación caótica que vivía el país y sin mediar palabra me dijo: ‘Frente a esta situación, van a dar el golpe ¿sí o no? (…) Me interrumpió y me dijo: si esto es así, hágalo cuanto antes, evítenle al país una larga agonía. No pretenda el aplauso de un viejo dirigente político frente a la interrupción del orden constitucional, pero estén seguros de que tampoco sembraré piedras en el camino”. (Clarín. 22-10-2010). Con el golpe, todo el país fue envuelto por el terror. Jorge Manchiola, cuya hermana Mirta Graciela fue secuestrada, relata que su madre fue a hablar con Balbín, que le dijo: “Que va a hacer señora, con estos chicos militando en política”.
Juzgar y poner en prisión a los militares y diversas fuerzas de seguridad que actuaron con impunidad durante la dictadura cívico militar fue un esfuerzo de gran parte de la sociedad y en especial un logro de los organismos de derechos humanos. “Porque decimos cívico me animé a reconstruir este listado siempre en crecimiento. Aspiro a que, en un futuro cercano tengamos una Corte Suprema digna, que imparta justicia y no que sea una escribanía de los poderosos. Logrado eso será más fácil juzgar a todos los sátrapas que hoy en día sojuzgan al pueblo, lo empobrecen, lo endeudan y roban descaradamente en beneficio propio”.
Fuente: www.pagina12.com.ar