Terminal de Ómnibus de Villa María: Errores y aciertos

Por Jesús Chirino*

La historia de los espacios públicos incluye los errores y aciertos de quienes tuvieron responsabilidades en cargos gubernamentales cuando se los generó o modificó. La historia de la Estación Terminal de Ómnibus de Villa María no es la excepción. Fue una construcción en la cual se tomaron algunas decisiones erradas, la construcción quedó en situación de abandono y luego se terminó gracias al aporte de profesionales que estudiaron el caso. Más adelante el edificio sufrió ampliaciones y reformas varias. Actualmente se habla de la posibilidad de quitarle el estacionamiento para ser vendido al sector privado, un terreno que, quizás podría usarse para ampliarla.

 El deseo de una terminal adecuada

Cuando se planificó la actual ubicación de la Estación Terminal de Ómnibus no contó con el apoyo de algunos sectores de la sociedad villamariense. Así lo reflejó el periódico local Civismo en su edición del 7 de febrero de 1946, publicando un artículo en el cual explicitó la inconformidad de algunos vecinos con “la ubicación que tendría la Estación Terminal de Ómnibus” según había fijado la Dirección Provincial de Turismo. En el medio de prensa puede leerse: “Hay mucha gente que cree mejor ubicación, la de los terrenos del Ferrocarril General Belgrano; vale decir, los baldíos de bulevares Vélez Sarsfield y España” (actual barrio Trinitarios). También se hablaba de la posibilidad de expropiar terrenos del Club Sarmiento y la participación en el gobierno de integrantes de esa institución. Más allá de todo esto se eligió el sitio ubicado a la vera del bulevar Sarmiento continuando con la aspiración de la mayoría de los vecinos que pretendían que Villa María contara con una terminal adecuada.

Arranque con problemas

El diario Tercero Abajo publicó que la obras de la Estación Terminal de Ómnibus fueron iniciadas durante el año 1960, realizándose el proyecto y la primera etapa de construcción a partir del “impuesto del cinco por ciento sobre el valor de los boletos de ómnibus provinciales, importe que se depositó en una cuenta especial para la construcción de terminales” en el territorio provincial. Más allá de la información proporcionada por las autoridades, el edificio contaba problemas que dificultaban su terminación y eso hizo que se parara la obra.

Según Tercero Abajo, en el mes de diciembre de 1967 se firmó un convenio entre el municipio y dos reparticiones provinciales: la Dirección de Arquitectura y la Dirección de Turismo y Transporte. Aquel convenio tenía como objeto “la prosecución de los trabajos, a fin de que pudiera librarse al servicio público con todas las comodidades del caso”. Las tareas se iniciaron en enero de 1968, allí se realizaron los trabajos de refuerzos de estructuras, carpintería metálica y contrapisos. En el mismo artículo se dice que la construcción se paralizó hasta 1968, produciéndose una habilitación parcial de la obra que comprendió el sector de boleterías, el “hall de recepción y 16  kioscos; instalaciones sanitarias”. El cronista señaló que la parte inaugurada de la Terminal poseía una “moderna iluminación” que aseguraba “a viajeros y transportistas una atención de singular jerarquía”.

Terminar la obra

El arquitecto Carlos Faustino Alonso, reconocido profesional local, fue quien tuvo a cargo la tarea de continuar la obra. En el año 2010 lo entrevisté para este mismo espacio y allí contó cómo fue que le encargaron ese trabajo.

El arquitecto, recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, había ingresado al municipio en el mes noviembre de 1966. Su cargo era el de director de Parques y Paseos. Por entonces Luis Martínez Golletti ejercía como comisionado municipal. Recordemos que desde el 29 de junio de ese mismo año, Juan Carlos Onganía ocupaba, de facto, la Presidencia de la Nación. Tiempo después, en septiembre de 1967, Julio Nóbrega Lascano asumió como nuevo comisionado y Martínez Golletti pasó a ocupar el cargo de ministro de Gobierno de Córdoba. Alonso, recién recibido, continuó en su cargo.

El profesional de la construcción contó que se encontraba, junto a su familia, vacacionando en la localidad de Río Ceballos. Un sábado lluvioso llegó al lugar la Policía con un radiograma del ministro de Gobierno provincial que lo citaba a su oficina. El lunes posterior, a las 18 horas, concurrió a la dependencia mencionada diciéndole al funcionario “pero usted no respeta ni a la gente que está de vacaciones”. De parte del ministro, la respuesta fue pedirle que se pusiera al frente de la construcción de la Terminal de Ómnibus de Villa María. Alonso dice haberle manifestado que su opinión era que “a eso habría que demolerlo”. La autoridad provincial respondió que de ninguna manera pues no había dinero. Debía terminarse el edificio.

 Los arcos del arquitecto Tais

Para Alonso “el edificio estaba abandonado porque le habían errado a las alturas y no entraban los ómnibus. Ni hablar de los actuales de dos pisos, me refiero a aquellos colectivos de antes”. Por el abandono, se habían vencido algunas losas, “estaban apoyadas en los perfiles. Había que levantarlas para que retomaran sus formas originales. Pero, aunque se hiciera ese trabajo, igual los ómnibus no ingresarían pues la altura era insuficiente. Otro arquitecto, Jorge Tais, propuso una solución consistente en hacer un suplemento a la altura correspondiente. Eso fue construido. Tais fue el profesional que terminó haciéndose cargo del proyecto de ampliación. Por este arquitecto, la Terminal tiene los arcos debajo de los cuales sí pueden ingresar los colectivos.

Se habla de quitarle el espacio del estacionamiento

En enero de 1969 el municipio abrió una licitación para “la total terminación de los trabajos previstos en esta etapa”. El diario local Momento, el 1 de febrero de 1969, tituló “A fin de año podría ser habilitada la Terminal de Ómnibus de nuestra ciudad”. Luego del abandono que había sufrido la obra, Villa María quería verla terminada de manera total. Un artículo de la época en el diario Tercero Abajo es coincidente con lo relatado por Alonso. Allí se escribió que los primeros pasos de la construcción se dieron en 1960 y que luego de marchas y contramarchas se terminó abandonando la obra. Alonso recuerda que siendo comisionado municipal Martínez Golletti, promocionó la organización de una gran feria en el lugar, con la idea de que la ciudadanía reconociera el espacio como aquel donde estaría la Terminal. Ese acontecimiento recordado por Alonso fue la Feria Nacional y Exposición de la Producción “VM 67” que se desarrolló hasta enero de 1968.

Por último tenemos que decir que hasta que el edificio fue habilitado como Estación de Ómnibus, los colectivos paraban en las diferentes terminales que las empresas tenían en las avenidas Yrigoyen y Alem. A lo largo de los años, la estación tuvo varias reformas. Para Alonso el edificio tiene demasiados recovecos, “no se ve bien una idea global, aparte en poco tiempo quedará chica”. Actualmente se habla de vender el espacio público que supo ser una calle, luego convertido en un estacionamiento rentado. Pareciera ser que eso terminaría con la posibilidad de ampliación de la Terminal, por lo cual, dentro de algunos años, ante mayor demanda quizás deba mudarse.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar