Virginia Bolten: Entre la historia y el mito

Virgnina Bolten: Anarquista, sindicalista, una de las primeras militantes feministas. Tuvo destacada actuación en las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Montevideo.

Dirigió el periódico argentino La Voz de la Mujer en Rosario en 1899 y La Nueva Senda de Montevideo, cuando Juana Rouco Buela debió esconderse debido a la persecución policial. Fue redactora y corresponsal del periódico anarquista La Protesta Humana.

Representante y promotora de la Federación Obrera Argentina (luego conocida como FORA).

Las diferentes versiones sobre su vida comienzan el mismo día de su nacimiento. Hay quienes dicen que nació en San Juan, otros en Montevideo, aunque lo más verosímil es que nació en la provincia de San Luis. Nora Usenky y Mariana Fontana, profesoras de Historia e investigadoras rosarinas concluyeron con esa postura después de sus investigaciones.

Hija del matrimonio de Enrique Bolten, un alemán que había emigrado a Chile por tener ideas contrarias al régimen militarista alemán, cruzó la cordillera donde conoció y se enamoró de Dominga Sánchez, hija del estanciero donde el joven alemán trabajaba. Ella y otros tres hermanos quedaron en el campo cuando sus padres se separaron. Después de un tiempo los hermanos decidieron emigrar. Manuel y Dominga se radicaron en Rosario. Enrique y Virginia deambularon por varios sitios hasta que Virginia decidió vivir en la zona norte de Rosario, en el barrio obrero cercano a la Refinería Argentina de Azúcar, donde consiguió trabajo. Se casó con un anarquista uruguayo de apellido Márquez (o Manrique), un activista del gremio de los zapateros.

Se dijo y se sostuvo durante mucho tiempo que el 2 de mayo de 1890 la columna de personas que marchó en la plaza López (zona centro-sur de Rosario), en conmemoración de los Mártires de Chicago estaba encabezada por Virginia Bolten. Que llevaba una bandera negra con letras rojas que rezaba: “Primero de Mayo, Fraternidad Universal. Los trabajadores de Rosario cumplimos las disposiciones del Comité Obrero Internacional de París”.
Que luego de pronunciar un discurso revolucionario y difundir propaganda anarquista fue detenida bajo el cargo de atentar contra el orden social.

Dirigió una manifestación, pronunció un discurso revolucionario, fue la primera oradora mujer en un acto público con ¿14 años?

El investigador Pascual Muñoz (Montevideo) y las investigadoras Agustina Prieto (Rosario) y Laura Fernández Cordero (Buenos Aires) a comienzos de 2014 publicaron un texto bajo el título de Tras los pasos de Virginia Bolten.
Entre la documentación publicada figura la partida de nacimiento, que dice que nació el 26 de diciembre de 1876 en San Luis.

Los autores del libro ponen en duda, después de encontrar este documento, la verosimilitud de lo dicho con respecto a los hechos de 1890, tanto de su participación como de su detención:

“… ante tantas dudas, una certeza: Virginia Bolten es un mito potente. Y no vendrá este trabajo colectivo a discutirlo. Queremos, sí, desandar algunos pasos en la construcción de aquellas imágenes míticas para recuperar otras dimensiones de la biografía política de Bolten. Un recorrido que rescate, también, su participación en la prensa y sus escritos”
“… no hemos podido encontrar referencias directas en la prensa, ni tampoco indicios que podrían llevarnos a inferir su participación efectiva… Es posible que haya participado aunque, según el acta de bautismo y el censo, tenía entonces sólo 14 años. Tampoco hay pruebas de su pertenencia al anarquismo en ese momento, incluso sabemos que bautizaron en la fe católica a su primera hija”.

Ella y el Periodismo

Desde el 8 de enero de 1896 hasta el 1 de enero de 1897 editó los nueve números del periódico La Voz de la Mujer, cuyo lema era “Ni Dios, ni patrón, ni marido”. Lo financiaba con su mísero sueldo de operaria de una fábrica de zapatos. El periódico avisaba: “Aparece cuando puede”.

En ese periódico se difundían los ideales del comunismo libertario, las injusticias contra los trabajadores y en especial contra las mujeres trabajadoras a la que eran sometidas por su condición de clase y de género.

Pese a la corta vida del periódico produjo gran revuelo entre el público y las autoridades. Era crítico a toda forma de autoridad, tanto eclesiástica, patronal, estatal y familiar. Rebelarse contra la figura masculina tuvo sus consecuencias y debieron salir a dar pelea: “Cuando nosotras (despreciables e ignorantes mujeres) tomamos la iniciativa de publicar “La Voz de la Mujer”, ya lo sospechábamos ¡oh, modernos cangrejos!”
“nosotras no somos dignas de tanto, ¡cla! No señor”, “¡emanciparse la mujer?”, “¿para qué?” “¡qué emancipación femenina ni que ocho rábanos!” “¡la nuestra”, “venga la nuestra primero”, y luego, cuando nosotros ‘los hombres’ estemos emancipados y seamos libres, allá veremos” Con tales humanitarias y libertadoras ideas fue recibida nuestra iniciativa. Por allá nos las guarden pensamos nosotras. “¿No es verdad que es muy bonito tener una mujer a la que hablaréis de libertad, de anarquía, de igualdad, de revolución social, de sangre, de muerte, para que ésta creyéndonos unos héroes, os diga en tanto que temiendo por vuestra vida (…): ‘¡Por Dios, Perico!’? ¡Ah! ¡Aquí es la vuestra! Echáis sobre vuestra hembra una mirada de conmiseración (…) le decís con teatral desenfado: Quita, allá, mujer, que es necesario que yo vaya a la reunión de tal o cual (…) vamos, no llores, que a mí no hay quien se atreva a decirme ni a hacerme nada”.

“Si vosotros queréis ser libres, con mucha más razón nosotras; doblemente esclavas de la sociedad y del hombre, ya se acabó aquello de “Anarquía y Libertad” y las mujeres a fregar. ¡Salud!”

Proclamaba que “no manden a sus hijos a ese antro de depravación que es el confesionario, porque los infames frailes buscarán corromperlos y someterlos a sus perversas pasiones”.

Ella y la Militancia

“Hay en Rosario una joven puntana de palabra enérgica y dominante que arrastra a las multitudes; más enérgica que Luisa Michell (heroína de la Comuna de Parísen 1871), tiene indudablemente mejores formas que esta.”
Juan Bialet Massé en su Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior (1904)

Fue oradora en actos anarquistas en San Nicolás, Campana, Tandil y Mendoza.
Fue echada de la refinería por exigir mejores condiciones laborales para las mujeres.

Fue arrestada, noviembre de 1900, por organizar junto a Teresa Marchisio y otros cuatro anarquistas una contramarcha en repudio a la procesión católica de la “Virgen de la Roca”.

Organizó la Casa del Pueblo, realizando eventos político-culturales, debates, discusiones, lectura de poesía y teatro para los obreros.

En 1901 fue nuevamente arrestada por distribuir propaganda anarquista en las puertas de la Refinería Argentina donde la policía mató a un obrero y ella fue testigo del crimen.

En 1902 se refugió en Uruguay donde participó de una manifestación el 1 de mayo, y como oradora denunció la Ley de Residencia en la Argentina.

En 1904 vuelve a Buenos Aires y forma parte del Comité de Huelga Femenino organizado por la FORA (Federación Obrera  Argentina) movilizando a los trabajadores del Mercado de Frutos de Bs. As.

Continúa militando en un sinnúmero de actividades, su salud se deteriora, en 1907 se le aplica la Ley de Residencia porque al ser detenida dice ser uruguaya. Allí se reúne con su pareja y sus hijos que años antes también habían padecido la misma ley.

En Uruguay organiza protestas por la brutal represión del 1 de mayo de 1909, donde las fuerzas represoras de Ramón Falcón asesinan a obreros. En 1911 trabajó en la Asociación Femenina Emancipación, organizando a las mujeres anticlericales y a las operadoras telefónicas

Poco se sabe de los últimos años de su vida. Durante 1923 integró el Centro Internacional de Estudios Sociales, una asociación libertaria de Montevideo. Según se cree, continuó viviendo en el barrio de Manga hasta su  muerte que acaeció en 1960.

Virginia Bolten seguirá siendo un mito, con su verdadera historia avalada por los documentos o por la leyenda que se hizo alrededor de ella. Es al mismo tiempo un mito y una realidad.

Una realidad construida a fuerza de pura militancia en favor de la mujer en primer lugar, pero sin olvidar que el conjunto de trabajadores y trabajadoras forman la fuerza indispensable para cualquier lucha de emancipación, para cualquier lucha de conquista de derechos políticos, sociales y humanos.

(J. R. Orosco para Pensamiento Discepoleano).

Fuente: www.pensamientodiscepoleano.com.ar