A 51 años del triunfo de Cámpora-Solano Lima

Hace hoy 51 años el pueblo argentino pudo por fin ir a las urnas a expresar su necesidad de acabar con la dictadura militar autodenominada “Revolución Argentina”, que había perpetrado el Golpe Militar del 28 de junio de 1966. Al día siguiente asumió el ultramontano General Juan Carlos Onganía.

El 11 de marzo de 1973 la fórmula presidencial del FREJULI, integrada por Héctor J. Cámpora y Vicente Solano Lima, se impuso con casi el 50% de los votos, poniendo fin al intento oligárquico de hacer desaparecer al peronismo definitivamente de la historia.

Esa misma noche, la policía reprimió brutalmente a los manifestantes que festejaban el triunfo frente a la sede del Partido Justicialista.

La UCR, que había postulado a Ricardo Balbín como candidato a Presidente obteniendo poco más del 21 por ciento de los sufragios, desistió de ir a segunda vuelta.

Eran los últimos estertores de un proceso que había comenzado con el Golpe de 1955 y que culminaba en el dictador Alejandro Agustín Lanusse de manera patética.

Lanusse lo intentó todo para evitar que el peronismo retornara al gobierno o, al menos, tuviera limitado su poder.

Poco antes del primer regreso de Juan Domingo Perón al país, en 1972,  Lanusse había dicho que al viejo caudillo “no le da el cuero para volver”.

Como su expresión de deseo se vio frustrada, y ante la evidencia de que el peronismo tenía todas las posibilidades de gobernar (Lanusse buscaba la salida electoral para apagar el incendio de las sublevaciones populares) inventó la “cláusula de residencia” por la que Perón no podía presentarse como candidato ya que como consecuencia del exilio obligado debió permanecer 18 años fuera del país.

Fue entonces que surgió la figura de Cámpora, el colaborador más estrecho de Perón, y la consigna estratégica que derrumbó la fantasía lanussista: “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder”.

Perón designó a Cámpora como candidato presidencial y, paradojas de la historia, miles de jóvenes encarnaron en él sus aspiraciones revolucionarias.

“El Tío”, como lo llamaba la Juventud Peronista, se transformó en el símbolo de ese destino que gran parte de la juventud había elegido, influenciada por la Resistencia Peronista, el “Luche y Vuelve”, la Revolución Cubana, el Mayo Francés y, sobre todo, por las sublevaciones populares como el “Cordobazo”, el “Tucumanazo” y el “Rosariazo”.

Otra paradoja de la historia: Muchos de esos jóvenes provenían de familias de clase media antiperonista y algunos, incluso, de la derecha católica.

La consigna “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder” marcó en ese sentido un quiebre generacional en sectores de la clase media: los hijos de quienes habían festejado en Plaza de Mayo el derrocamiento de Perón en 1955 ahora se unían a los trabajadores, militaban y se sumaban a organizaciones como la Juventud Peronista y Montoneros.

Los 49 días de la “Primavera Camporista”, como se llamó a ese período, transformaron a Cámpora, a pesar de su edad, en un símbolo de la juventud rebelde y combativa.

La dictadura militar que tomó el poder en 1976 buscó borrarlo de la historia -como a miles de argentinos- impidiéndole durante un largo tiempo abandonar la embajada de México para marchar al exilio y sólo lo dejó partir cuando estaba segura que allí moriría al poco tiempo.

Esa dictadura le tenía temor al símbolo y la prueba de esto es el despliegue militar que puso en marcha cuando Cámpora fue trasladado desde la Embajada mexicana al Hospital Italiano y de allí al exilio.

El Devotazo

El 25 de mayo, en la ceremonia de asunción en el Congreso participaron los líderes Salvador Allende de Chile y Osvaldo Dorticós de Cuba, con este último Cámpora proclama el restablecimiento de las relaciones amistosas con la Isla que vio al argentino-cubano Ernesto Che Guevara convertirse el referente revolucionario para la juventud en todo el mundo.

El clima político del momento es claramente de izquierda, y la Tendencia Revolucionaria de la Juventud Peronista así lo entiende, viendo a Cámpora como “su” gobierno, al que amistosamente apodan el “Tío”.

El día de la asunción de Cámpora, entre 30 y 50 mil jóvenes, mujeres y hombres, militantes peronistas y de izquierda generaron un hecho histórico: La liberación de los presos políticos de la dictadura.

Al barrio de Villa Devoto se acercaban importantes columnas colmadas de trabajadores y estudiantes que se dirigían al penal. Las banderas de los militantes, se mezclaban con las fotos de los presos, las antorchas iluminaban el atardecer otoñal. Hubo incidentes con las fuerzas represivas y dos muertos por la represión.

El “Devotazo” fue una lucha democrática contra la dictadura en un gobierno en transición. Si bien Cámpora había prometido en la campaña electoral la liberación de los presos políticos, no estaba definido como lo realizaría, si sería por medio de un acuerdo parlamentario o por un decreto presidencial. Cerca de la medianoche los presos y militantes políticos recuperaron la libertad al grito de “libertad a los presos por luchar”. Cámpora firmó el indulto.

El 27 de mayo, el Congreso Nacional sancionó por unanimidad la Ley 20.508 disponiendo la Amnistía a todos los delitos políticos incluyendo “los cometidos con motivo o en ocasión de huelgas, un paro, ocupación de fábricas u otra medida de fuerza”.

El día del regreso del General Perón a la Argentina, el 20 de junio de, con la “Masacre de Ezeiza”, se impone un punto de inflexión a favor de los sectores de poder económico y político que impulsan el rápido final de la llamada “Primavera Camporista”. El 13 de julio de 1973, Cámpora y Solano Lima presentaron sus renuncias ante el Congreso Nacional, reunido en Asamblea Legislativa que aprobó las mismas y le tomó juramente constitucional como nuevo Presidente de la Nación, a Raúl Lastiri. Luego de la renuncia, Cámpora se trasladó a su domicilio, en la localidad de San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires.

La noche del 24 de marzo de 1976, cuando Jorge Rafael Videla iniciaba el genocidio en la Argentina, un grupo armado intentó asesinarlo, pero él ya estaba en la Capital Federal con su familia pidiendo asilo político en la Embajada de México en la Argentina. Los militares no concedieron el asilo.

En ese lugar permaneció poco más de tres años. Gravemente enfermo, en noviembre de 1979, la dictadura militar, permitió que saliera del país, para exiliarse en México, donde murió a causa de un cáncer de laringe, trece meses después, el 19 de diciembre de 1980, en la ciudad de Cuernavaca.

Sus restos fueron repatriados en 1991 y sepultados en el cementerio de San Andrés de Giles.

Todo está guardado en la memoria.