Donde vayan los iremos a buscar

El sábado 23 de noviembre, organizado por la Secretaría de Formación de la CTA Autónoma Regional Río Cuarto junto al MAP-FeNaT y el IPyPP se llevará a cabo en el local de San Martín 374 un Taller sobre Violencia Institucional con un panel donde, entre otras, participara Rosa Arias, mamá de Alejandro Flores, asesinado por la Policía. La jornada tiene la finalidad de poner las cartas sobre la mesa y debatir, sin eufemismos, la criminalización de la protesta, la judicialización de la pobreza, la estigmatización de los pibes y pibas de las barriadas populares, el abuso policial. La represión en tiempos de crisis, cámaras de vigilancia y control social al palo.

Por Santiago Rodríguez*

En las últimas semanas los controles policiales han aumentado en la ciudad de Río Cuarto, pero no en espacios céntricos; si no en muros históricos, donde se separan las clases sociales; como El Andino donde la Policía se refugia para demorar a pibxs de los sectores populares.

Esos muros son construidos para no permitirles que se acerquen al centro a quizá para hacer lo que ya anteriormente planificaron con amigos, horas antes de que los personajes construidos para reprimir lxs demoraran.

Dejando en claro que criminalizar la pobreza de parte de la Policía y de los gobiernos de turno es algo que no quieren dejar de hacer. No es sorpresa que no les permitan acceder a la zona céntrica a ciertos sectores, ya que tampoco les permiten mejores condiciones de vida como gas natural, cloacas, vivienda digna, luz, recolección de basura y espacios verdes.

Es difícil entender cual es la función que tendría que cumplir la institución policial. Según el Comisario Gustavo Marcelo Vélez, quien leía el juramento en el acto de Asunción de las nuevas fuerzas policiales en octubre, decía: “Jurar con compromiso, valor, honestidad, y sabiduría. Respetando y haciendo respetar la Ley, manteniendo el orden, acompañando a los vecinos para su protección”. Un orden establecido por los gobiernos para la libre represión de los sectores populares.

Una protección que no le garantizaron a Rosa Arias, madre de Ale Flores (niño de 5 años atropellado, asesinado, y desaparecido durante 17 años por la Policía Provincial con asiento en la ciudad) que con sus ojos curtidos de tanto luchar nos cuenta su historia de resistencia por encontrar la verdad de qué pasó con su hijo.

-¿Como fue tu infancia?

-Yo nací en Villa del Carmen, provincia de San Luis. Cuando tenía 5 años mis papás se vinieron a vivir a Achiras. Ahí estuve hasta los 12 años, termine 7mo grado. A los 18 años me casé con el papá de Ale, estuve un poco más de un año casada. Nos separamos cuando Ale tenía 3 meses. Ale fue el primer hijo que tuve, fue algo muy lindo, cuando nació me lo pusieron en el pecho y sentí que era muy feliz. Decidí ser madre, porque ser madre es una decisión.  Nunca pensé que iba a sufrir tanto después.

-¿Cómo fue el día en el que desapareció?

-Ale desaparece un sábado 16 de marzo de 1991, ese día él me pide que quiere mostrar su guardapolvo, nosotros vivíamos en el Barrio Buena Vista y teníamos que ir al San Antonio de Padua, ahí vive la tía de Ale. Fuimos para allá a comer, él me pide permiso para ir a ver dibujitos a la casa de su otra tía que vivía ahí nomas de donde estábamos. Entonces yo salgo al pasillo y veo que se va, lo acompaño a la esquina y a menos de 50 metros estaba la casa. Recién le ponían una vacuna así que le decía que no salga afuera. Veo que él entra y ahí yo me meto adentro. A los pocos minutos yo siento un dolor en el pecho y ahí pensé en el Ale. Salí corriendo, fui a la casa donde estaba a llevarle un buzo y la tía me dice que el Ale no fue ahí, y empecé a buscarlo casa por casa. Ale no fue a la casa de su tía, fue a su abuela, él le dice que yo no sabía que él estaba ahí, entonces cruza la calle volviendo donde estaba yo. Llegando a la esquina del Hospital, un patrullero manejado por los policías Gaumet y Funes, que traía droga al Barrio sube y lo atropella quebrándole la caderita. Lo ven en el piso, lo levantan y se lo llevan hasta encontrar a la enfermera Norma Nieto que estaba parada esperando el colectivo. Cuando ella abre la puerta del móvil, lo ve a Ale y le dicen que no diga nada, sube al móvil y lo llevan a la calle Deán Funes. Ahí vivía Rosana Maraceno, otra enfermera. Reciben a Ale y Norma se viene caminando a su casa amenazada por la policía.

Nosotros lo seguimos buscando durante 17 años, hasta que encontramos sus restos.

Sin ningún culpable.

Según la CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) cada 21 horas hay una persona asesinada por el Estado y un total de 1.303 personas fueron asesinadas por el aparato represivo estatal durante la gestión de Cambiemos, entre el 10 de diciembre de 2015 y el 12 de febrero de 2019.

-¿Cómo era Ale?

-Muy cariñoso, cuando él se iba me hacía señas de que cuide a su hermana, siempre me decía que la cuidara. Era un niño muy feliz, contento, era tímido, callado. Me decía “mamá que hermosos ojos que tenés”, siempre que hablaba con alguien venía y se me sentaba en la falda. Cuando vivía en una casa donde había un pasillo largo me decía que quería jugar a la carrerita, pero antes me decía que le diera ventaja porque corría rápido. Me duele en el alma, la forma en que la Policía lo desapareció.

En el 2018 la organización La Poderosa a través de la lucha social logro que se aplicarán condenas de hasta 8 y 10 años para policías que torturaron a dos jóvenes integrantes de la organización.

-¿Cómo ves vos el contexto actual de los jóvenes y la policía?

-Mucha discriminación, cuando nosotros hacíamos marchas para pedir justicia por Ale, venía gente del Alberdi a marchar y no los dejaban pasar porque los frenaba la Policía antes. En las confiterías también la Policía si no estás vestido de tal forma no te deja entrar. Pero igual no te dejan progresar, una ves que caíste, te siguen, no te podés ni comprar una moto que ya te están preguntando. Siempre hay que darle la oportunidad a los chicos para que progresen y puedan cambiar. La Policía tiene que cambiar.

La historia de Rosa tiene segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años sin tener una verdadera respuesta de lo que pasó con su hijo. Su camino transcurrido en busca de verdad fue largo y de muchísima resistencia. Sin recursos, Rosa siempre fue al frente con la cabeza bien alto para hacerles entender a los que cuidan intereses ajenos quien es el enemigo que hay que combatir y compartiendo su testimonio de lucha para hacernos entender que el Ale tiene que vivir en la memoria colectiva de todxs lxs que luchamos por una sociedad con más justicia social y sin represión de parte del Estado.

Haciéndonos entender que si tratan de voltear a unx más, si tratan de tirar una bala más, de dejarnos sin comer, de no dejarnos caminar libres, de seguir defendiendo al poder, vamos a luchar hasta dejarles en claro que donde vayan los iremos a buscar.

* Militante del Movimiento de Acción Popular (MAP-CTA). Equipo de Comunicación de la CTA Autónoma Regional Río Cuarto