El Trelewazo

La razia militar con que la dictadura de Lanusse atacó al movimiento de solidaridad hacia los presos políticos en la región interpeló a miles de personas que, organizadas en torno a la Asamblea del Pueblo, se movilizaron para exigir la liberación de los detenidos.

La madrugada del 11 de octubre de 1972 -a 50 días de la Masacre de Trelew dónde fueron fusilados 19 militantes revolucionarios que se habían fugado del Penal U6 de Rawson- las Fuerzas Armadas desplegaron una nueva instancia de su plan represivo en el noreste de Chubut. Al terror inoculado en agosto, ahora se sumaba el ataque a los sectores de la sociedad civil que venían denunciando la política represiva y la violación de los Derechos Humanos que, desde 1966, ejecutaba la dictadura de la autodenominada Revolución Argentina.

El Operativo Vigilante –tal como lo denominaron las fuerzas represivas- realizó cientos de allanamientos en Trelew, Rawson, Puerto Madryn y Puerto Pirámides. El bloqueo de rutas, los soldados apostados y los vehículos militares que patrullaban las calles de Trelew, generaron un clima de incertidumbre y tensión, dando el aspecto de una ciudad “tomada”. Como resultado de la redada represiva, 16 personas –igual número de víctimas fatales que el 22 de agosto- fueron secuestradas y trasladadas al Penal de Villa Devoto. La mayoría de ellas participaba de las Comisiones de Solidaridad, brindando apoyo moral y material a los presos políticos en Rawson.

Hacia el mediodía de aquel 11 de octubre, un grupo de trabajadores, estudiantes y militantes políticos ocuparon el Teatro Español de la ciudad e invitaron a la población de la zona a participar de una asamblea popular. Las calles de Trelew comenzaron a colmarse de manifestantes y por la tarde empezó a sesionar en el teatro la Asamblea del Pueblo. Se decidió mantener un estado de movilización y asamblea permanente que duró casi dos semanas, llegando a movilizar a unas 6000 personas (un 20% de la población); también se organizaron tres huelgas generales y se exhortó a la renuncia del interventor provincial. El impacto de las movilizaciones, la contundencia de los paros generales y la presión ejercida contra el gobernador militar tuvieron un resultado positivo: cinco días más tarde comenzaron las primeras liberaciones, arribando el 26 de octubre a la ciudad los dos últimos detenidos. Sin embargo, la lucha no cesaría hasta que también hubo de ser liberado –el 13 de noviembre- el abogado Mario Abel Amaya, quien se encontraba preso desde el 18 de agosto.

El Trelewazo fue parte del ciclo de rebeliones obreras y populares que derrotó a la dictadura de la Revolución Argentina. La insurrección fue exitosa: rescató a esos presos políticos de la dictadura. Al día de hoy, la memoria de esa experiencia histórica nos sigue señalando el lugar decisivo que en los procesos sociales ocupa la lucha de calles y la participación obrera y popular. Por sobre todo, nos recuerda lo determinante que resulta la acción del proletariado y sus métodos de organización y lucha. Su presencia en las calles forjaría una situación de masas que revirtió la correlación de fuerzas con la dictadura: sin el Pueblo no hubiese habido insurrección.

Fuente: www.historiaobrera.com.ar