La ciudad de los vientos

Por Juan Carlos Giuliani*

“Río Cuarto, río nuestro, Mi canción te cantaré, Mientras corra el viento norte, y agüita en el arenal”. “Villa Heroica” de Jorge Torres Vélez.

Desde aquella Villa de la Concepción con cuatro ranchos y un convento a la ciudad de Río Cuarto actual: Opulenta, contradictoria, desigual, pueblerina, con una intensa vida social, cultural, deportiva y ansias de figuración, han transcurrido 233 años.

Cuando el Gobernador de Córdoba del Tucumán, marqués de Sobremonte -emblema de la cobardía en tiempos de la Colonia- ordena el 11 de noviembre de 1786 la formación de la Villa de la Concepción del Río Cuarto, desata una madeja de historia que se extiende hasta estos días con sus virtudes y miserias al desnudo y sus rutinas típicas de ciudad enclavada en plena “Pampa Gringa”.

La épica canción de Don Jorge Torres Vélez brinda pistas sobre la génesis de la geografía urbana que se extiende a uno y otro lado del río de aguas magras que presta su razón social a la ciudad: “Villa gaucha Villa Heroica, Sola frente al indio pampa, Desafiando su fiereza, Con la cruz y con la espada”. Los símbolos de la ocupación y conquista de América están perfectamente visibles en nuestros orígenes. La Iglesia y el Ejército fueron dos de los factores determinantes para dominar a las comunidades aborígenes y poblar la comarca. Luego vendrían los hacendados y los comerciantes.

Desde el 14 de abril de 1907 al 16 de febrero de 1966 el Regimiento 14 de Infantería fue una presencia influyente en la vida de los riocuartenses. Con su traslado a la ciudad de Córdoba, el resto de los componentes primigenios de la zona siguen presentes, sobre todo los hacendados y comerciantes. A tal punto, que la construcción cultural e ideológica que la oligarquía impuso a nivel nacional “si le va bien al campo le va bien al país”, se escucha a diario por estos parajes. Y aunque el principal cuestionamiento que puede hacérsele a ese argumento es que el concepto “campo” en sí mismo es una entelequia, porque el “campo” donde se produce la agricultura familiar, donde labran los chacareros y campesinos pobres, no tiene nada que ver con el “campo” de los estancieros, los grandes cabañeros, criadores o los pool de siembra. Lo correcto sería afirmar, en todo caso, que “si le va bien al campo le va bien a los comerciantes”.

Río Cuarto creció a la sombra de esa doctrina que ensalza la “Campaña del Desierto”, coloca en el bronce a Roca, aplaude a los líderes unitarios, deshonra a los caudillos federales y desprecia a la chusma de gauchos que los seguían.

El comercio y la Sociedad Rural marcan en gran medida el pulso de la ciudad. De esas usinas surgió el paradigma de convertir a Río Cuarto en un centro de la economía reprimarizada -basada en el agronegocio- sobre los fósiles de la industria manufacturera que supo haber en la ciudad. La chimenea semiderruida de la ex aceitera es una postal de lo que pudimos haber sido y no nos dejaron ser. Siempre hubo una ciudad que tiene poco valor agregado en la producción agropecuaria en función de las potencialidades que tiene. Y ello no se debe a un designio fatal sino a una decisión consciente de los sectores de poder.

Frigoríficos, molinos harineros, fábricas de aceite, lácteos, metalúrgicas, de cabinas de tractores y ferrocarril, fueron parte del mismo paisaje donde a fines de los ’50 los hermanos Nilson y Eligio Bongiovanni fabricaron 200 unidades del automóvil Zunder.

Estos grupos de poder, que no pudieron evitar la fundación de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) en 1971 porque la decisión emanaba de un Gobierno Militar, son los que se oponen a que una ciudad de casi 200.000 habitantes tenga calles peatonales, consideran a los trabajadores de la vía pública y feriantes unos parias y desalientan cualquier proceso serio de reindustrialización que no esté monitoreado por el agronegocio.

Según el Consejo Económico y Social de Río Cuarto, “la zona es claramente una región con excedentes financieros que se canalizan hacia otras ciudades del país, permitiendo que el crecimiento sea favorecido en otros puntos de la geografía nacional. En definitiva, los vasos comunicantes del sistema financiero permiten la fuga de recursos”.

La ciudad que carga con el mote de “Capital del trabajo en negro”, donde a la par del boom sojero e inmobiliario registra un déficit habitacional de más de 15 mil viviendas, y a pocas cuadras de los barrios cerrados y los lujosos edificios se contabilizan más de 150 merenderos sostenidos por organizaciones populares que atienden a más de tres mil pibes, y la pobreza es una realidad que duele.

Esa ciudad, nuestra Río Cuarto, sigue alimentando sin embargo la esperanza del buen vivir al compás de los vientos que la azotan de norte a sur y de sur a norte casi todos los días del año desde tiempos inmemoriales.

*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Congresal Nacional de la CTA-A en representación de la provincia de Córdoba

Fuente: www.retruco.com.ar