La Conquista del “Desierto” Siglo XXI

El tema de la tierra en la democracia de la derrota (*)

Por Jorge Falcone

“Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar”.

Domingo Faustino Sarmiento

“Aunque pasen cien años, los rotos, los cholos o los gauchos no se convertirán en obreros ingleses… En vez de dejar esas tierras a los indios salvajes que hoy las poseen,
¿por qué no poblarlas de alemanes, ingleses y suizos?… ¿Quién conoce caballero entre nosotros que haga alarde de ser indio neto? ¿Quién casaría a su hermana o a su hija con un infanzón de la Araucanía y no mil veces con un zapatero inglés?”.

Juan Bautista Alberdi

Desde que transitamos esta democracia de bajísima intensidad, en la que no se come, no se sana ni se educa, lxs argentinxs parecemos no poder coronar otro resultado de nuestros esfuerzos que el de una victoria pírrica (**)

Si recurrimos al postulado de la geometría según el cual entre dos puntos puede trazarse una recta, a partir del primero advertiremos que la correlación de fuerzas entre la oligarquía y el pueblo que reconquistó el orden constitucional en 1983 – resistencia obrera, guerrillera, y de organismos de DDHH mediante – no favoreció lo suficiente a la sociedad civil como para permitirle imponer unas reglas de juego que trascendieran el marco de la institucionalidad burguesa, dado lo cual no pocxs politólogxs coinciden en que la retirada organizada de los genocidas fue acordada con una clase política venal y rentista que, más allá de dictar futuras leyes de impunidad, brindó a los personeros de la dictadura todas las garantías de que en el período que aún transitamos la noción de libertad imperante jamás vulneraría la propiedad privada.

Permitiéndonos un salto en largo hasta el punto siguiente, constataremos que el resultado de la elección presidencial de noviembre 2019 ratifica que la victoria de un candidato moderado, dialoguista y capaz de no irritar al “poder detrás del trono” – surfeando sobre una coalición variopinta y sin consenso programático – bien puede proponerse sostener la gobernabilidad por un cierto lapso, pero en modo alguno descontar que arribará tranquilamente a nuevos comicios con solo dispensar buenos modales a una sociedad que se acerca peligrosamente a un 50% de pobreza y nos tiene acostumbradxs a las más imprevisibles contingencias.

En ese marco, más o menos desde que esta Argentina con asimétrica concentración demográfica y franca carencia de vivienda digna transita la emergencia sanitaria, se multiplicaron exponencialmente las ocupaciones de tierras. Sin ir más lejos, recientemente el Ministro de Seguridad bonaerense afirmó que en los últimos meses llegaron a producirse alrededor de 20 tomas por noche.

Salvo que optemos por la cómoda idea de que se trata de forajidos que envidian posesiones ajenas, concluiremos que el país enfrenta un problema muy serio y de resolución acuciante, y que existe una tensión evidente entre este y la propiedad privada de lxs herederxs de las grandes extensiones de la pampa húmeda arrebatadas por sus antepasados mediante métodos non sanctos y protegidas por una Carta Magna basada en el masivo exterminio de sus habitantes.

Tras aquel proceso tan trajinado por los manuales escolares que se conoce como la ORGANIZACIÓN Nacional, y que supuso “poner orden” en un país ganado por la “anarquía” – Don Osvaldo Bayer solía evocar un precedente: cuando en 1826 el primer presidente argentino Bernardino Rivadavia contrata al coronel prusiano Friedrich Rauch mediante un decreto que le ordena “exterminar a los ranqueles”, este manifiesta que esos indios “no tienen salvación, porque no tienen sentido de la propiedad”, y más adelante agrega “son anarquistas” -, proliferaron muertos, cautivas, y niñxs apropiadxs como botín de guerra. Entre lxs derrotadxs hubo irredimibles como el cacique Manuel Pincén, y solícitos ante el Ejército de Línea como su tocayo Namuncurá.

Cualquier semejanza con el saldo dejado por el Proceso de ReORGANIZACIÓN Nacional iniciado el 24 de Marzo de 1976 no es pura coincidencia, sino más bien la determinación histórica de una clase social bicentenaria dispuesta a defender el producto de su saqueo con los métodos más cruentos e impiadosos.

En el pasado reciente, bajo la Doctrina de Seguridad Nacional y apelando a los Terrorismos de Estado; ahora, bajo el Consenso de las Commodities, recurriendo a los golpes de mercado, el lawfare, y las fake news.

Acaso los más de 100 días que duró la Experiencia Guernica – una de las más importantes de los últimos tiempos – y su desenlace final proporcionen valiosos insumos para concluir que, ante la interpelación de la Vicepresidenta en su carta del 27 de octubre pasado, desde las más altas esferas del gobierno se resolvió suspender un diálogo bastante avanzado en dirección a lograr una solución pacífica, retirar a las organizaciones sociales del acuciante debate por la tierra atribuyéndoles la exclusiva imposibilidad de entendimiento, y hacer un ejercicio de “autoridad” tranquilizando al poder económico más concentrado mediante el violento desalojo de esa ocupación y otras tantas, prácticamente en forma simultánea. Los videos que circuló en las redes sociales Sergio Berni, exhibiendo orgullosamente cómo se planificó la intervención sobre un “campo de batalla” en el que no lo aguardaban precisamente los magnates que se vienen apropiando de nuestra Patagonia sino lxs condenadxs de la tierra, va en ese sentido. Por si quedara lugar a dudas, ya no es un secreto que, a primera hora de aquella infausta jornada, Cristina Fernández de Kirchner manifestó al Gobernador Kicillof su absoluto aval respecto a la decisión tomada.

Y, para quien suponga que la comparación que hace esta nota exagera, sépase que hasta nuevo aviso lxs vecinxs desalojadxs han sido confinados en albergues de los que no se les permite ausentarse, buena parte de ellxs sigue judicializada, y como si ello fuera poco se lxs somete al mensaje de predicadores evangelistas. Se comprenderá, en consecuencia, que la similitud con la campaña decimonónica que evocamos resulta insoslayable.

El gobierno nacional, entonces, enfrenta un evidente dilema en relación al espíritu con que asumió (“primero lxs últimxs”), ya que ha decidido garantizar la gobernabilidad produciendo un notorio giro a la derecha, maquillado por gestos rimbombantes como el llamado “Impuesto a las Grandes Fortunas”, cuyo destino no hace más que consolidar el circuito de nuestra dependencia, reproduciendo la matriz productiva agroexportadora y extractivista que viene haciendo estragos sobre el territorio nacional y poblaciones enteras.

En esta aparente calma, que siempre precede a las tormentas, también hay Namuncurás que pasan de la barricada al despacho oficial, y Pincenes que permanecen a pie de calle. Por ahora lxs primerxs son mayoría, pero lxs últimos vienen resistiendo a una nueva Conquista del Desierto desde Los Hornos (La Plata) a Mascardi (Bariloche), circunstancialmente en inferioridad de condiciones, pero con una hidalguía y una convicción que estremecen.

La reciente victoria aluvional del MAS en Bolivia, una expresión más de la nueva Hora de los Hornos que despunta en Nuestra América, ratifica que no hay mal que dure 500 años. Ni pueblo que lo resista..

(*) El concepto “democracia de la derrota” fue acuñado por el Dr. en Ciencias Sociales Alejandro Horowicz.

(**) La expresión “victoria pírrica” (referida a Pirro, rey de Epiro desde el año 307 al 302 A.C.) se ha convertido con el paso del tiempo en sinónimo de éxito logrado a un muy alto costo, y que no siempre merece la pena conseguir. Este concepto ha pasado a aplicarse a todos los ámbitos de la vida pública y no solo al militar.

Fuente: www.grandesalamedasblog.wordpress.com