Mujeres, más pobres tras la crisis

Marianela Truccone y Regina Trevisanato dialogaron con El Diario sobre el efecto de la pandemia en la economía de las mujeres. Coincidieron en que la desigualdad no empezó con el aislamiento, pero que se agrava en este contexto porque parten de una mayor informalidad laboral.

Las medidas restrictivas para evitar la propagación del coronavirus impactan en el bolsillo de las personas en todo el mundo, y Argentina no es una excepción. Más allá de la situación general, abordamos la problemática específica de las mujeres con dos economistas de la Universidad Nacional de Villa María, Regina Trevisanato y Marianela Truccone (foto).

Lo primero que aclararon es que no hay datos precisos sobre el empobrecimiento de las mujeres durante la pandemia, pero sí hay bases de desigualdad previas, que hacen viable la hipótesis de que es mayor la precarización en ese lapso.

“Una de esas condiciones es el trabajo invisible que realizan las mujeres. Lejos de la imagen de la mujer bonita que se gasta todo con la tarjeta del marido, están las vidas de mujeres reales que administran el hogar y hacen que, pese a la escasez, se pueda llegar a fin de mes”, indicaron.

Por otra parte, las mujeres, mayoritariamente, realizan tareas domésticas y de cuidado que no están registradas y, por lo tanto, no quedan incluidas en el PBI, pese a que sin esos “servicios” sería imposible que funcione la economía.

“Yo trabajo en la construcción social de las estadísticas de la pobreza en Córdoba. Vemos que es difícil que los organismos se pongan de acuerdo para coincidir en los porcentajes reales de la pobreza, cuando en realidad están hablando de un solo dato, si se quiere, insuficiente, como es el nivel de ingresos registrado. Es decir, no tienen en cuenta un montón de condiciones que generan vulnerabilidad como, por ejemplo, las horas que se dedican al cuidado de otros, ya sea niños, personas con discapacidad y adultos mayores y a las tareas domésticas”, apuntó Truccone.

El último -y único- dato registrado sobre esas tareas data del tercer trimestre de 2013. “En la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC de ese trimestre agregaron unas preguntas, que es un avance, aunque que se hizo por única vez”, agregó.

El resultado fue “demoledor”, definieron. Porque las mujeres dedican siete horas y media por día a cuidar de los hijos, limpiar la casa, hacer la comida y tantas otras actividades sin las cuales el mundo se paralizaría de verdad. Los hombres dedican la mitad del tiempo.

“Esta tarea no reconocida ni registrada es la que pone en marcha un circuito que implica que la economía funcione: estás comido, vestido y limpio, y ahí tenés las bases para salir a trabajar en la economía formal”, explicaron.

Otras cifras demoledoras fueron apuntadas en la charla por Trevisanato: “Las mujeres no profesionales, es decir, las asalariadas precarizadas, reciben un ingreso que es 29% inferior al de los hombres que realizan tareas similares. En la franja de profesionales, ganamos un 35% menos que los hombres. Es una base de desigualdad”, señaló.

Otro aspecto que marcaron las economistas es el de la informalidad: en las trabajadoras mujeres es mayor el porcentaje que sus pares hombres. “Esto genera no sólo diferencia de ingresos, sino que aumenta la vulnerabilidad. Porque no accedés a créditos, no hacés aportes y se va haciendo más pronunciado el circuito de la pobreza porque llegado el momento, ni siquiera te podés jubilar”, agregó.

Y todo eso empeora si la mujer está al frente del hogar, como jefa de familia y a cargo de sus hijos.

Como aspecto positivo valoraron las políticas sociales que trajeron alivio a los bolsillos de las que menos tienen, como la Tarjeta Alimentar, puesta en marcha durante la pandemia, o los préstamos de ANSES para los beneficiarios de la Asignación Universal -antes de la cuarentena- que permitieron a muchos hogares empobrecidos llegar a fin de mes.

“Sin embargo, si estás registrada parcialmente, como es el caso de muchas mujeres, no accedés al crédito formal porque no dan tus ingresos y tampoco accedés a esas políticas públicas”, plantearon.

Notaron que aumentó el nivel de endeudamiento porque en un contexto inflacionario “las mujeres pugnaron por llegar a fin de mes”, y sin acceso a créditos, muchas recurrieron a los préstamos de financieras “que, vemos, como dato objetivo, que se multiplican en la ciudad”.

La economía de las mujeres, sujeta a sistemas de desvalorización de las tareas que realizan, termina generando una dependencia de los varones, lo que en muchos casos dista de ser saludable.

“Por eso, si hay algo que podemos aportar es pedirles a todas que busquen las alternativas para ser independientes, para valorizar su trabajo, sus conocimientos”, dijo Trevisanato.

“Hemos visto que, en todas las crisis, las mujeres comienzan a idear formas de generar ingresos, vendiendo comidas o realizando alguna actividad, aunque sea en el circuito informal. Creo que es bueno que tratemos de apoyarlas, que les compremos lo que venden, para que no queden solas en esta adversidad”, concluyó Truccone.

Fuente: www.eldiariocba.com.ar