Encuentro de FeNaT-CTA: “La clase más baja la está pasando mal”

Por Florencia Guttlein y Verónica Franco

Roxana Mercau es de la Villa Las Delicias, ubicada en la Ruta 20 en Córdoba Capital. Allí tiene un merendero donde asisten alrededor de 20 niños. Asistió al Encuentro de la FeNaT, en Embalse, y pudimos charlar sobre la realidad de la villa, las problemáticas del lugar y cómo, desde su lugar, ayuda a cada una de las personas que viven allí.

Roxana hace más de 25 años que vive en la Villa “Las Delicias”, se mudó allí cuando tenía 16 años. Hoy con 43 años tiene un merendero que brinda contención, ayuda y la copa de leche a más de 20 niños. Su trabajo en la copita no acaba allí, también realiza trabajo social a las personas del lugar: “Los ayudo en lo que se puede, con alimentos, con trámites que las personas no pueden hacerlo, nosotros le damos una mano. Y tratamos de resolverle a cada vecino algún problema. Los recursos que tenemos, los ponemos al servicio de la gente”.

-¿Le hicieron algún reclamo al Gobierno por la falta de ayuda?

-Siempre se hacen reclamos. A veces hay respuestas, a veces no y eso tenemos que explicárselo a cada vecino. El Gobierno da respuestas muy tardías a la gente.

-¿Cómo está compuesto el barrio?

-En el asentamiento que estoy son 70 familias, en cada familia mínimo tres chicos. Hoy en día los chicos están recurriendo más a un merendero porque en la casa no hay solvencia económica. Comenzas con 15-20 niños y todos los días se suman tres o cuatro más. Se van enterando y se llegan al lugar. Está muy difícil la situación económica, principalmente para la gente más carenciada. La clase más baja la está pasando mal.

-¿Qué siente la gente con lo que está pasando en el país?

-La gente está muy enojada, Uno trata de hacerles entender que cada gobierno en diferente. Nosotros no nos fijamos en partidos políticos, nos fijamos en las necesidades básicas de la gente. Y tratamos de que entiendan que no son los mismos gobiernos, no es solo de ahora. Esto viene desde hace tiempo y cada gobierno se va llevando un poco, nuestra Argentina va perdiendo un futuro. El futuro de nuestros hijos, nuestros nietos. La gente sobrevive con lo poco que tiene.

-¿La villa se expandió en estos últimos años?

-Sí, cuando yo fui que tenía 16 años había 15 o 16 casas y ahora te hablo de 70 familias. Se sumaron muchísimos. Y en algunas casas hay dos familias en el mismo terreno.

-¿Han tenido problemas con el Estado con respecto a la posesión de la tierra?

-Podemos llegar a tener problemas de desalojo o que nos hagan un juicio. Pero con tantos años viviendo ahí no creo que sea tan fácil y tan rápido, eso es lo que uno espera. Son muchos años de lucha, de trabajo, en los cuales construimos ladrillo a ladrillo nuestras casas. Nuestro lugar. Por el momento no hay peligro de desalojo. En la villa viven carreros, albañiles, empleadas domésticas, gente que vende en la calle, trapitos. Nadie tiene un empleo fijo. Hay gente busca vidas.

-Desde tu punto de vista, ¿cuál es la importancia de asistir a estos encuentros?  

-Nos permiten agilizar las problemáticas en las villas, buscarle soluciones. Tenemos problemas de adicciones, de violencia de género, jurídicas y en estos encuentros encontramos respuestas a esos problemas.