Villa María: Un gesto que no suma credibilidad a la democracia

Por Jesús Chirino*

En relación a la posibilidad de que el Intendente de Villa María, Martín Gill, deje su cargo a quince días de reasumir para ocupar un cargo en el Gobierno Nacional solicitando una licencia por seis meses al frente del Departamento Ejecutivo Municipal, escucho y leo diferentes posiciones y pensé en expresar la propia.

Me parece que, de manera clara no es, como dicen algunos, “un ofrecimiento a la ciudad” sino a un individuo; tampoco es que Gill resulta imprescindible al Gobierno Nacional, asumir esto significa hablar de escasez de dirigentes en el Frente de Todos, cuestión que, más allá de las simpatías, no es confirmado por la realidad.

Incluso en Villa María hay dirigentes de la misma altura en ese espacio; por otra parte Martín Gill no estaría siendo leal con sus votantes con los cuales estableció un contrato democrático donde él se postuló para ser Intendente y no para irse a ocupar otro cargo a nivel nacional. Sus votantes no pueden ir a renunciar su voto o a cambiarlo, entonces él no debería aprovechar para, de manera unilateral, olvidarse que prometió ejercer el cargo para el que se postuló.

Esto no le hace bien a la credibilidad del sistema democrático.

También se habla que es su capacidad lo que lo lleva a un cargo nacional. Sin negar la misma es claro que prometió ponerla al servicio de la ciudad desde la Intendencia Municipal para solucionar los problemas que enfrenta la administración: Salud; tránsito; precarización laboral; bajos sueldos de los empleados; obras nuevas en constantes reparaciones; obras demoradas; iniciativas de paso a manos privadas del patrimonio público que no tienen mucha explicación; compra de terrenos a quienes no son titulares de las escrituras; y podría seguir con un extenso listado, pero algunos de estos problemas mencionados vienen siendo arrastrados sin solución, ¿y apenas pasadas las elecciones para volver a intentarlo se va?

Una lectura de las elecciones de Intendente puede hacerse sacando el porcentaje de votos que recibió Martin Gill, si solo se cuentan los votos positivos. Otra lectura, muy distinta, surge si se maneja el bajo porcentaje de ciudadano/as que concurrieron a las urnas para una elección a Intendente. Es claro que el sistema no está en su mejor momento. Si se saca el porcentaje de votos a Intendente que logró el candidato más votado, a partir del total de habilitado/as para votar es claro que el sistema democrático, a nivel local, no necesita gestos que no sumen credibilidad.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales. Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María